La tiranía castrista cuenta con un nuevo diputado. Se trata de Fidel Castro Ruz. Un tipo que no ha aparecido en público en los últimos 18 meses. Lo que no ha impedido que los correveidiles del régimen nos cuenten que aún no se ha decidido si le van a nombrar presidente del Consejo de Estado y de Gobierno.
Y es que no les queda otra que insistir en la patraña que tanto les aburre. La decisión, sea la que sea, la tomaron hace muchas semanas. Lo más probable es que Castro asuma el papel de reina madre. No por gusto es la gran madame del descomunal prostíbulo en que ha convertido los escombros que rodean a las más de trescientas cárceles.
Mientras viva el Monstruo que nació en Birán, poco importará el nombre del esclavo que figure como presidente de la miseria y de la represión. En lo único que no pueden equivocarse los asesinos en serie que pretender heredar la tiranía es en la elección de los carceleros que torturan a más de cien mil presos. Sin su eficacia no podrían soñar con la herencia del coma-andante.
Todo lo demás les importa muchísimo menos. Sus muchos años –casi tantos o más que los de la reina madre– les enseñaron que siempre encontraron el favor de perturbados como Hugo Chávez y de personajes que como Zapatero les ofrece todo el tiempo del mundo para rectificar. Sólo así se entiende que de la isla huyan hasta los que tienen un mejor pasar. Prefieren bailar en un callejón de Miami antes que en un teatro de La Habana.
