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Víctor Llano

Yo también fui pánfilo

Como otros muchos niños cubanos, muy pronto aprendí a no comprometer a los que me querían. Nunca más me atreví a hablar de otro asunto que no fuera de la Liga de Béisbol.

De poco le sirvió demostrar que no trabajaba para una potencia enemiga o que el tipo que fingió defenderle reseñara su supuesto alcoholismo. Los sicarios del máximo líder de los cuatreros multimillonarios le condenaron a dos años de cárcel por gritar lo que otros, menos "pánfilos" que él, no se atreven a susurrar a la niña de la ventana. Ahora dicen que Juan Carlos González Marcos, alias "Pánfilo", estaba borracho cuando interrumpió la grabación de un documental gritando: "Aquí hay tremenda hambre, lo que hace falta es jama". De mediar la borrachera una vez más se confirmaría que los niños y los borrachos no pueden mentir.

Casi había terminado otro artículo sobre el parecido que encuentra Hugo Chávez entre un buen hermano de Mohamed VI y Fidel Castro. La deseché por la historia de González Marcos. Me llegó al alma. Este verano yo también he sido bastante pánfilo. Por fortuna, a mí ya se me está borrando la cara de tonto y nadie me condenó a sufrir todo tipo de torturas durante dos años en el penal de El Puerto. Lástima que "Pánfilo" pague mucho más cara su ingenuidad. Quiera Dios que no se demore el día en que pueda comer todo lo que sus verdugos reservan para sus cómplices y sus socios. ¿Dónde irán que no les amanezca los que trepan sirviéndose del hambre o de las esperanzas ajenas?

En cualquier caso, más allá de lo que no es más que una reciente anécdota personal tan triste como ridícula, la inocencia de Juan Carlos González me recordó algo muchísimo más serio. Lo mucho que me regañaron en casa cuando pregunté en una escuela de La Habana por qué el Gobierno se quedó con lo poco que ahorró mi familia. Pregunté por lo que no tenía que preguntar y en el lugar más inoportuno. Como otros muchos niños cubanos, muy pronto aprendí a no comprometer a los que me querían. Nunca más me atreví a hablar de otro asunto que no fuera de la Liga de Béisbol. Por no atreverme ni siquiera les conté a mis compañeros que lo más probable es que no lo fueran por mucho más tiempo. Algunos de ellos machacaban a los que se marchaban. Unos por envidia y otros por hacer méritos ante el perro del amo que simulaba ser nuestro maestro y amigo y no era más que un esbirro de la gran trola.

Hoy, 40 años después de preguntar por lo que podría haber causado muchos problemas a mis padres, me encuentro con una historia que me recordó mi ingenuidad.Dios bendiga a "Pánfilo" por gritar que en Isla Cárcel falta "jama". Jama, libertad, verdad y honradez. Lo que sobra es miedo. De no sobrar a los tiranos les faltarían cárceles para encarcelar a los millones de hambrientos que ni borrachos ni sobrios se atreven a gritar lo que gritó Juan Carlos González Marcos.

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