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Víctor Llano

ZP confía en que Castro le escuche

¿Recibiría él con honores a los que mataron a su abuelo? Va a ser que no. Y haría muy bien. Sin embargo, desde hace un año es nuestro país el que más visitan los agentes del Monstruo de Birán

No le falta razón al Iberosaurio. La enésima condena a su tiranía responde sólo a una muy mala comedia que se representa año tras año en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Jamás entenderemos por qué el régimen comunista se esfuerza tanto en que no le recuerden sus crímenes. Tampoco el empeño que en ello ponen sus víctimas. De nada les sirve que se condene a su verdugo. Nadie mueve un dedo por ellos. Sólo se les ofrece palabras que jamás asustaron a su carcelero.
 
Por mucho que se lo supliquen, nunca consentirá que un relator de la ONU se asome al horror en el que viven sus rehenes. Lo que cada doce meses se refrenda en Ginebra es una pura falsa que no impide que el Gobierno español abrace a los que cualquier persona decente tendría por torturadores sin escrúpulos. Pocas horas después de fotografiarse junto a Raúl Rivero, Carmen Calvo recibió a lo que llaman su homólogo cubano. Uno de los personajes más siniestros de la tiranía. Un salvaje que ocupa todo su tiempo en perseguir a los pocos artistas que tratan de respirar en la asfixia en que les envuelve un sistema que condena todo lo que no sea propaganda robolucionaria.
 
Ahora dice Zapatero que confía en que Castro –después de 46 años de crímenes– escuche a la Comunidad Internacional. Este hombre nos toma a todos por imbéciles. Si sintiera algo de respeto por lo que representa, no permitiría que cada pocos días sus ministros reciban a los verdugos de cientos de miles de descendientes de españoles. ¿Recibiría él con honores a los que mataron a su abuelo? Va a ser que no. Y haría muy bien. Sin embargo, desde hace un año es nuestro país el que más visitan los agentes del Monstruo de Birán. Y Zapatero parece encantado. No otra cosa podíamos esperar de un sectario que –lejos de guardar las apariencias– es consciente de que sus sorprendentes amistades le sirven para cautivar a una tan miserable como supuesta progresía que desprecia el sufrimiento ajeno y odia todo lo que le suene a libertad y a justicia.
 
Además, mientras le reprochemos el talante que dispensa a los bandidos castristas, no le recordamos los nombres del coronel Hernando, Rafael Vera, Fernando Huarte o Rabia Gaya. Según están las cosas, haríamos más en favor de los cubanos si en vez de sermonear a ZP por sus simpatías por la tiranía, le preguntáramos constantemente por un tipo que se llama Rabia. Aunque nadie puede culpar al presidente español de los crímenes de marzo, lo cierto es que lo de Rabia le da mucha ídem. Y no es para menos.
 
Este martes se vuelve a reunir la Comisión que no investiga la matanza de Madrid. Sólo gracias a lo que dicen que ocurrió el 11-M, el Gobierno socialista puede recibir a miserables como Abel Prieto. Las víctimas de Castro que residen en España y que sufren con estupor tanta humillación, nada pueden hacer para impedir que por nuestras ciudades se paseen tranquilamente sus más connotados verdugos; pero si quieren un poco al país que un día les acogió, harían bien en hacerle a ZP, entre otras muchas, estas cuatro preguntas: ¿Qué explosivo sirvió para volar los trenes? ¿Quién lo colocó? ¿Por qué ni huyó ni se escondió Jamal Zougam? ¿Por qué no explotó la mochila que sirvió para detenerlo tan a tiempo?
 
Ya va siendo hora de que conteste. Aunque viene a ser lo mismo, la barbarie castrista le pilla un poco lejos. La matanza de Madrid demasiado cerca. Ahí tienen a Rabia. Lástima que no le dejen hablar. Tal vez a él le conste que a los que hoy acusan de asesinar a 191 inocentes, eran miembros de un grupo terrorista, pero que no fueron los que volaron los trenes en las estaciones de El Pozo, Atocha y Santa Eugenia. Queremos saber. Y no de la tiranía castrista de la que ya lo sabemos casi todo e imaginamos el resto. Mejor preguntar por el 11-M. A ver si va a resultar que no fueron los que dicen que fueron. Si después de 46 años de tiranía, Zapatero confía en que Castro le escuche, nosotros también tendríamos que poder confiar en que él atienda a nuestras preguntas. Al menos una. ¿Quién ha sido?

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