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Victoria Llopis

El adoctrinamiento llega a la universidad

No nos engañemos: estamos asistiendo a la colocación de las primeras piedras de un nuevo edificio totalitario. Como afirmó Belohdarsky, "la esencia de lo que nos amenaza es el Estado que trata de programar sus ciudadanos".

B.O.E. número 260, martes 30 de octubre 2007. Real Decreto 1393/2007 por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales. Capítulo I, artículo 3, punto 5:

Entre los principios generales que deberán inspirar el diseño de los nuevos títulos, los planes de estudios deberán tener en cuenta que cualquier actividad profesional debe realizarse: a) desde el respeto a los derechos fundamentales y de igualdad entre hombres y mujeres, debiendo incluirse en los planes de estudio en que proceda, enseñanzas relacionadas con dichos derechos. [...] c) de acuerdo con los valores propios de una cultura de paz y de valores democráticos, y debiendo incluirse, en los planes de estudios en que proceda, enseñanzas relacionadas con dichos valores.

Si la polémica en torno al carácter adoctrinante de Educación para la Ciudadanía en la enseñanza primaria y secundaria no ha hecho más que empezar, con 20.000 objeciones de conciencia presentadas hasta la fecha en un movimiento imparable de rechazo por parte de los padres españoles; si la publicación hace escasos días del Real Decreto que establece los objetivos y contenidos del nuevo Bachillerato –incluidas sus dos nuevas asignaturas de Filosofía y Ciudadanía y Ciencias del Mundo Contemporáneo– provocó la reacción unánime alarmada de todas las asociaciones de profesorado; ahora, desde que el día 30 de octubre se publicara el mencionado Real Decreto sobre enseñanzas universitarias se ha llegado al paroxismo. Como ha afirmado Gabriel Albiac: "De la Universidad quedó, primero, una aburrida enseñanza media prolongada. Después, un perezoso parvulario. Y ahora, al cabo, un vertedero."

Estamos asistiendo en España de forma inexorable al cumplimiento en toda su extensión de la lúcida advertencia de Jean François Revel sobre que "la decadencia que viene sufriendo la enseñanza desde hace treinta años es consecuencia de una opción deliberada según la cual la escuela no tiene por función transmitir conocimientos". Con la publicación de este decreto podemos decir que esta ideologización ha alcanzado ya a todos los niveles de la enseñanza reglada. Siguiendo con Albiac, "toda una vida perdida para esto. Tanta necedad. Tanta ignorancia".

Con el Real Decreto en la mano, lo de menos será que los arquitectos estén bien preparados para hacer un correcto cálculo de estructuras y los edificios no se les vengan abajo; o que en Químicas o Medicina se impartan los últimos avances. Pero eso sí: saldrán con todo el argumentario necesario para poder repetir en la próxima manifestación "paz, paz, paz". Llega así a la Universidad lo que preveía ya el texto publicado por el Ministerio de Educación en el año 95 titulado "Transversales: educación para la paz", que describía meticulosamente cómo la educación para la paz debía impregnar los programas de todas las asignaturas de primaria y secundaria. Al fin y al cabo, si la universidad era ya una secundaria prolongada...

Volvamos a Revel: "En el curso de ciertos periodos, la ideología devora todas las disciplinas y todas las prácticas; sale de su cauce natural para invadir áreas habitualmente reservadas al saber y al aprendizaje puro".

Señores, no nos engañemos: estamos asistiendo a la colocación de las primeras piedras de un nuevo edificio totalitario. Como afirmó Belohdarsky, "la esencia de lo que nos amenaza es el Estado que trata de programar sus ciudadanos". Y sólo un fuerte viento de libertad podrá derribarlo. ¿Cómo era aquello de L'Estaca? Cada cual vea cómo puede empujar un poquito. Nos va en ello la supervivencia como comunidad de ciudadanos libres.

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