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Walter Williams

Amenazas y buenos incentivos

El castigo que impongo por cada llamada de teléfono móvil es una reducción del 5% en la puntuación total del infractor y otra igual para quienes estuvieran sentados a su lado. Puede no ser justo, pero no ha sonado nunca un solo móvil durante mis clases.

¿Cuál debería ser nuestra respuesta si los terroristas hacen explotar una bomba nuclear o algún otro arma de destrucción masiva en una de nuestras ciudades? Le planteé esta pregunta al profesor Victor Davis Hanson, miembro permanente de la prestigiosa Hoover Institution de la Universidad de Stanford, cuando habló sobre la guerra de Irak en la serie de conferencias del Instituto Wynnewood.

Su respuesta a mi pregunta guarda un leve parecido con una de las cosas que hago en mis clases. Al comienzo de cada semestre, digo a mis alumnos que me estoy haciendo viejo y que el ruido de un teléfono móvil durante la clase podría hacerme perder el hilo de mis razonamientos de forma devastadora. Por lo tanto, el castigo que impongo por cada llamada de teléfono móvil es una reducción del 5% en los puntuación total del infractor en todo el curo y otra igual para quienes estuvieran sentados a su lado. Por supuesto, los estudiantes se quedan petrificados. Puede no ser justo, al castigar a una persona por las acciones de otra, pero no ha sonado nunca un solo móvil durante mis clases.

La respuesta del profesor Hanson hizo referencia a su artículo del 6 de julio de 2004 en el National Review titulado ¿Otro 11-S? La desagradable respuesta de la que no nos atrevemos a hablar. Argumenta que, sin la ayuda directa de países como Siria, Irán, de elementos criminales dentro de los gobiernos de Arabia Saudí, Jordania y Pakistán y de millones de árabes normales y corrientes que saben quiénes son los terroristas y dónde residen y no los entregan, un ataque terrorista masivo contra Estados Unidos sería prácticamente imposible. Eso significa que los terroristas disfrutan de cierto apoyo local. Si tiene lugar un ataque contra Estados Unidos con armas de destrucción masiva, lo primero que podemos esperar es que los políticos del país nieguen cualquier responsabilidad. Hanson afirma que, antes de que ocurra algo así, deberíamos advertir a los líderes de los países de Oriente Medio que si los terroristas atacan Estados Unidos, les haremos responsables si se demuestra que los han ayudado o protegido.

Hacer responsable al país significaría que, en respuesta a un ataque, destruiríamos totalmente sus bases militares, instalaciones energéticas, instalaciones de comunicación y, en caso de ser necesario, sus ciudades más importantes. Puede parecer algo impensable pero, aunque desagradable, es perfectamente concebible. Fue así como se mantuvieron cincuenta años de paz entre las potencias occidentales y la antigua Unión Soviética. Los líderes de la URSS sabían que cualquier ataque contra Estados Unidos provocaría una inmediata represalia masiva nuclear. Tan aterradora como fue la política de Destrucción Mutuamente Garantizada, para la que no había sustituto mejor, ni los norteamericanos ni los rusos acabaron incinerados.

Arrojar un guante de esta manera no es algo nuevo; simplemente se necesita un líder con valor. Durante la crisis de los misiles cubanos de 1962, el presidente John F. Kennedy advirtió a los líderes de la Unión Soviética: "Será la política de esta nación calificar cualquier ataque balístico lanzado desde Cuba contra cualquier nación americana como un ataque por parte de la Unión Soviética contra los Estados Unidos, que obligaría a una respuesta total en represalia contra la Unión Soviética". No hay duda de que la "respuesta total" del presidente Kennedy habría incluido armamento nuclear.

Desafortunadamente, no tenemos hoy ni el liderazgo ni el carácter necesarios para protegernos de pueblos cuyo objetivo declarado es destruirnos. No son solamente los estadounidenses, sino Occidente en general, los que hemos perdido la voluntad de protegernos del barbarismo de Oriente Medio. Tenga presente que el poderoso Imperio Romano cayó ante los bárbaros que dieron paso a la Edad Media.

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