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Walter Williams

El sueño americano sigue vivito y coleando

La única conclusión razonable que se puede extraer de estas pruebas es que, en caso de que la clase media esté desapareciendo, lo está haciendo exclusivamente para incrementar las filas de las clases altas.

Al escuchar a personas como Lou Dobbs, John Edwards o Mike Huckabee lamentar los apuros que pasan los pobres y la clase media de Estados Unidos, tendría que concluir que las cosas se encuentran en una situación extremadamente precaria. Según ellos, los salarios están estancados, los ricos cada vez tienen más y los pobres menos. Pero hay un par de noticias recientes que cuentan una historia bastante diferente.

El editorial Salir adelante del Wall Street Journal informó de un reciente estudio de la agencia tributaria norteamericana sobre las devoluciones del impuesto sobre la renta entre 1996 y 2005. El estudio examina lo que sucedió a los contribuyentes de más de 25 años de edad que presentaron declaración a lo largo de este período de 10 años. Corrigiendo el efecto de la inflación, casi el 58% del grupo que tenía menos recursos en 1996 pasó a un grupo de ingresos más elevados antes del 2005. El 26% de ellos logró ganar un dinero que los colocaba en la clase media o media-alta, y más del 5% lograba llegar al grupo de ingresos más elevados.

A lo largo de la década, los ingresos medios de los contribuyentes, ajustados a la inflación, crecieron en un 24%. La realidad, por lo tanto, refuta los comentarios Dobbs-Edwards-Huckabee sobre el estancamiento de los salarios. En realidad, sólo un grupo experimentó un declive en sus ingresos. Fue el 1% más rico, que vieron como sus ingresos caían en casi un 26% a lo largo de este período de diez años. Los editorialistas explican que estas personas podrían haber sido ricas durante unos cuantos años al llegar al máximo de sus ingresos por edad o por haber liquidado sus inversiones en un año concreto; también podrían ser empresarios que no lograron mantenerse a la altura de sus nuevos competidores.

El estudio de la agencia tributaria confirma los hallazgos de trabajos anteriores que se remontan a los años 60, concluyendo que "la movilidad relativa en los ingresos es aproximadamente la misma en los últimos diez años que en la década anterior". Por tanto, ello señala un rasgo único en Estados Unidos: sólo porque sepa hasta dónde ha llegado una persona en la vida no tiene por qué estar seguro del lugar del que partió. La mayor parte de las personas adineradas no empezaron sus vidas con los bolsillos repletos.

¿Qué hay de las proclamas sobre una clase media en vías de extinción? Hagamos un poco de labor detectivesca. Teniendo en cuenta la inflación, en 1967, el 8% de los hogares tenía unos ingresos anuales de 75.000 dólares o más. En el 2003, esa cifra superaba el 26%. En 1967, el 17% de los hogares tenía unos ingresos de entre 50.000 a 75.000 dólares; en el 2003, el 18%. El 22% de los hogares se encontraba en la horquilla fiscal de entre 35.000 a 50.000 dólares; cifra que se ha reducido hasta el 15%. A lo largo del mismo periodo, la categoría de 15.000 a 35.000 dólares se redujo del 31% al 25%, y la de hogares que ingresan por debajo de 15.000 dólares se redujo del 21% al 16%. La única conclusión razonable que se puede extraer de estas pruebas es que, en caso de que la clase media esté desapareciendo, lo está haciendo exclusivamente para incrementar las filas de las clases altas.

¿Qué hay de la concentración de riqueza? En 1918, la fortuna de John D. Rockefeller se bastaba ella sola para suponer la mitad del 1% de la riqueza privada total. Para reunir esa misma mitad del 1% de la riqueza privada en los Estados Unidos hoy se tendría que combinar las fortunas de Bill Gates, de Microsoft (53.000 millones de dólares); Paul Allen (16.000 millones de dólares); Larry Ellison, de Oracle (19.000 millones de dólares) y un tercio de los 46.000 millones de Berkshire Hathaway, de Warren Buffet. En 1920, el 1% más rico de América poseía alrededor del 40% de la riqueza privada; esa cifra fue bajando hasta situarse antes de 1980 alrededor del 20%, permaneciendo estable en ese nivel desde entonces.

Los demagogos que engañan a los norteamericanos hablando de ingresos estancados y en declive dan excusas a los políticos para elevar los impuestos y poner otros obstáculos a la inversión, la productividad y el trabajo duro que impedirían la envidiable movilidad de rentas que se ha convertido en parte de la tradición norteamericana. Elevar los impuestos a la formación de capital reduce el ritmo de formación de capital. Elevar los impuestos a los ingresos reduce los incentivos para trabajar. Desafortunadamente, al haber tantos estadounidenses que se tragan de cabo a rabo la retórica de la envidia, los políticos que promueven medidas que coartan el desarrollo económico tienen ventaja ante los votantes.

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