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Walter Williams

¿Es comunista la élite académica?

A menudo, cuando se evalúa el capitalismo, se evalúa un sistema que existe sobre la Tierra. Cuando se evalúa el comunismo, se habla de una utopía que no existe.

El Grove City College publica una excelente circular titulada "Visiones y Valores". Su edición de julio del 2005 presenta una entrevista con el Dr. Richard Pipes, aclamado historiador de Rusia y profesor de sovietología de la Universidad de Harvard. La entrevista fue realizada por el profesor de Ciencias Políticas del Grove City College Dr. Paul Kengor.

El Dr. Pipes, que ocupó un asiento en el Consejo de Seguridad Nacional durante la administración Reagan, explicaba que realmente sólo hay unos cuantos comunistas entre los académicos. A primera vista, es una observación extraña, teniendo en cuenta la parcialidad izquierdista de la mayor parte de los campus universitarios. Los doctores Pipes y Kengor explican el puzzle de modo que cobre sentido.

Los académicos izquierdistas, y yo añadiría a sus aliados de los medios, no son comunistas, son anti-anticomunistas. En otras palabras, desprecian a los de derechas, a los conservadores y a los liberales que son anticomunistas. ¿Por qué? Los académicos izquierdistas, y sus aliados de los medios, están de acuerdo con muchos de los objetivos declarados del comunismo, tales como la distribución paritaria de la riqueza, la igualdad de los ingresos y otros fines trazados en el "Manifiesto del Partido Comunista" de Karl Marx y Friedrich Engels. A la élite izquierdista le encantan las ideas del comunismo hasta tal punto que o bien toleran o bien están ciegos ante muchas de sus carencias.

En la práctica, el comunismo no es nada más que una barbarie absoluta que hace palidecer incluso los horrores del nazismo. El profesor Rudolph J. Rummel, de la Universidad de Hawaii, esboza esa barbarie en su libro "Muerte por gobierno", un compendio exhaustivo de los alrededor de 170 millones de personas asesinadas por sus propios gobiernos a lo largo del siglo XX. Desde 1917 hasta su colapso en 1991, la Unión Soviética asesinó a alrededor de 62 millones de sus propios habitantes. Durante el reinado de Mao Zedong, 35.236.000 ciudadanos chinos, probablemente más, fueron asesinados. En comparación, los nazis de Hitler lograron asesinar a 21 millones de sus propios ciudadanos y de ciudadanos de naciones que conquistaron. Añadir estas cifras a las 60 millones de vidas perdidas en la guerra convierte al siglo XX en la era más brutal de la historia de la humanidad.

En casa y en el extranjero, los izquierdistas han hecho un trabajo exhaustivo y encomiable documentando y condenando los horrores y los crímenes de Hitler y su régimen fascista nazi pero, ¿cuándo les ha escuchado usted dirigir condenas similares a Joseph Stalin, a sus sucesores, o a Mao Zedong? De manera deliberada han elegido pasar por alto los horrores del comunismo.

El motivo de su reticencia a condenar la barbarie del comunismo es simple. El Dr. Pipes afirma que "los intelectuales, por la naturaleza misma de su profesión, conceden enorme atención a las palabras y las ideas. Y se ven más atraídos hacia ideas socialistas. Encuentran que las ideas del comunismo son atractivas y encomiables; eso, para ellos, es más importante que la praxis del comunismo. Los ideales nazis, por otra parte, eran barbarie pura; no se podía decir nada favor de ellos".

A menudo, cuando se evalúa el capitalismo, se evalúa un sistema que existe sobre la Tierra. Cuando se evalúa el comunismo, se habla de una utopía que no existe. Lo que exista sobre la Tierra, con todos sus problemas y carencias, siempre va a fracasar miserablemente en comparación con una utopía. La tentativa misma de lograr los objetivos utópicos del comunismo exige la supresión sin escrúpulos del individuo y el ataque contra cualquier institución que pueda comprometer la lealtad del individuo al Estado. Es el motivo por el que entre las primeras tareas del comunismo y de aquellos que apoyan sus ideas está el ataque contra la religión y la familia.

Clasifique las naciones en función de si están más cerca del extremo del capitalismo o del extremo del comunismo del espectro económico. A continuación, clasifique las naciones según las protecciones a los derechos humanos. Finalmente, clasifique las naciones según los ingresos per cápita. Sin excepciones, los ciudadanos de aquellas naciones más cercanas al capitalismo disfrutan de un estándar de vida superior y una cantidad de libertad mucho mayor que aquellas naciones más próximas al comunismo.

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