Artur Mas se ha comido todos sus argumentos durante los últimos tres meses y al final se retira en el último segundo para evitar unas nuevas elecciones autonómicas que supondrían el final de Convergència. Lo que presenta como un acuerdo no es más que una concesión en toda regla a los "híper revolucionarios súper de izquierdas", en palabras de Mas el pasado día 5. Deja el futuro de los catalanes en manos del Alcalde de Girona, Carles Puigdemont, además presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia, y de los radicales de la CUP. El objetivo está claro. El Parlamento catalán va a convertirse en escenario de propuestas para lograr la ruptura de Cataluña del resto de España.
La situación surrealista y esperpéntica que ha generado Artur Mas en Cataluña tiene como colofón la declaración del todavía presidente en funciones de la Generalitat presentando el acuerdo final como forma de "corregir los resultados de las urnas". No hay nada más antidemocrático que estas palabras y la pretensión de abocarnos a los catalanes al margen de la ley.
La solución menos mala para los catalanes y la estabilidad institucional era repetir las elecciones. Por desgracia, después de mucho espectáculo ha primado el interés de CDC para seguir en el poder bajo el pretexto de las aspiraciones indepentistas sin tener en cuenta el Estado de Derecho ni las más esenciales normas constitucionales.
Somos muy conscientes de que en las próximas semanas la situación política en Cataluña va a ser muy dura. Por ello, ahora más que nunca Cataluña y España necesitan un gobierno fuerte, con capacidad de dar respuesta de manera clara y efectiva el desafío separatista. Los populares catalanes no vamos a consentir que se lesionen las libertades y los derechos democráticos de la mayoría de catalanes. El PP será el garante de la libertad y la democracia, que será defendida con todos los mecanismos que el Estado de Derecho permite.