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Zoé Valdés

Palabras en la UE

Los problemas del mundo no se resuelven con armas nucleares, pero tampoco con ideologías que provocan efectos similares a largo plazo.

Los problemas del mundo no se resuelven con armas nucleares, pero tampoco con ideologías que provocan efectos similares a largo plazo.
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Señorías, dignos representantes de la Libertad:

Vivimos momentos cruciales para la humanidad. Momentos de sumo dolor. Los cubanos libres, como bien expresó hace unas semanas el Premio Sájarov Guillermo Fariñas, condenamos la brutal y despiadada agresión de Vladímir Putin y sus esbirros a Ucrania. Declaramos, como hicimos desde el inicio del conflicto, nuestra solidaridad con el valiente pueblo ucraniano. Para mí es un gran honor comparecer ante ustedes en compañía de hombres y mujeres libres, y de uno de los más libres y valientes de todos, el ex preso político cubano Néstor Rodríguez Lobaina.

Con frecuencia se mencionan los derechos de la humanidad, más ahora que la humanidad entera se encuentra en peligro y agredida, pero se olvida uno de los orígenes de estos horrores que debemos enfrentar en la actualidad, y que se llama régimen castrista, más de 63 años en el poder. Recuerden los misiles soviéticos durante la Guerra Fría y quién puso al mundo en la misma situación en la que nos hallamos hoy: Fidel Castro. Tengan muy presente, señorías, y no olviden nunca que el régimen castrocomunista apoya a Vladímir Putin porque depende en buena medida de él y a la inversa, en su afán de retroalimentación dentro del terror. Se olvidan también con asiduidad los derechos humanos de los cubanos y la capacidad de guiarles mediante nuestra experiencia. "Los cubanos venimos del futuro", escribió el autor cubano Reinaldo Arenas. Los seres cubanos también son seres humanos, venidos del futuro. La metáfora contiene graves momentos de desolación y olvido en nuestra historia, como aquellos siete años de resistencia protagonizados por los héroes del Escambray, como los traicionados expedicionarios de la Brigada 2506 que fueron a liberar a su país del castrocomunismo, y las masacres del río Canímar y del remolcador 13 de Marzo, en la que 12 niños fueron vilmente asesinados junto a sus familiares, así como crímenes enmascarados en accidentes: los de Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco y Premio Sájarov, y Oswaldo Payá, líder del MCL y Premio Sájarov, junto al joven cristiano Harold Cepero. De estos dos últimos la comisionada de los DDHH de la ONU, Michelle Bachelet, ha recibido más de 16.000 firmas, de dentro y fuera de Cuba, exigiéndole que abra una investigación al respecto, a lo que esta señora ha hecho caso omiso.

¿Por qué el pueblo cubano, después de más de 63 años de tiranía comunista, debe andar descalzo y desesperado pidiendo patria y libertad, vida, verdad y compasión en las calles, de manera pacífica, como ocurrió el 11-J del 2021, y ser apresado y condenado? ¿Por qué unos, los castrocomunistas, viven en la opulencia mientras los cubanos de a pie sobreviven en la miseria y represaliados y asesinados por expresar sus opiniones? ¿Por qué los Castro e hijos y sobrinos, Díaz-Canel (títere de Castro II) y su mujer, especulan y viven en la riqueza mientras el pueblo en una insufrible miseria real, física, intelectual, e incluyo esa recurrente ficción: la falsedad de la educación y la sanidad?

Hablo en nombre de los niños cubanos que en su país y desde hace más de 63 años no tienen derechos, ni un pedazo de pan ni un vaso de leche –como se les prometió– ni materiales escolares para ir a la escuela a recibir no una educación e instrucción normales, sino un adoctrinamiento ideológico; todo esto producto del bloqueo interno –subrayo "bloqueo tiránico interno"–, el más cruel que les ha provocado esa tiranía. Hablo en nombre de los menores de edad encarcelados tras el 11-J y condenados a penas monstruosas que cumplen en celdas tapiadas de castigo. Hablo en nombre de los presos y presas Plantados de ayer y de hoy, enfermos, olvidados, abandonados, a los que se les negó y se les niega la atención médica, y murieron y mueren en las cárceles o en las calles cuando los soltaron enfermos ya para morir. Pedro Luis Boitel, Orlando Zapata Tamayo, Miguel Valdés Tamayo… Exijo la libertad de Yandier García Labrada, miembro del MCL, cuyo líder –Eduardo Cardet– también fue encarcelado y torturado en las cárceles, y cuyo líder fundador Oswaldo Payá, Premio Sájarov –reitero–, fue asesinado junto al joven Harold Cepero en una guardarraya sin que todavía la ONU y Michelle Bachelet se decidan a iniciar una investigación. Hablo en nombre de todos los presos políticos cubanos y en el de los presos políticos del mundo provocados por esa tiranía, como Jeanine Áñez, en Bolivia, y tantos otros presos y desaparecidos en nuestra querida Venezuela. Hablo en nombre de los cubanos y cubanas a los que se les niega el derecho a la vida, a la familia, y el derecho a la dignidad humana por el mero hecho de ansiar ser libres.

¿Cuál es entonces nuestro destino? ¿Morirnos de hambre, ser eternamente indigentes, sin conocer la libertad? ¿Sólo existe civilización y libertad de un lado? ¿Para qué sirve la conciencia del hombre si está obligado a pensar en una sola dirección ideológica? ¿Para qué sirven Naciones Unidas y el Parlamento Europeo? ¿Para qué el mundo?

No se puede hablar de paz sin libertad. No se puede mentir en nombre de 11 millones de cubanos acerca de la sanidad y de la educación frente a la OMS, la Unicef y el mundo, violando nuestros derechos. No se puede hablar de paz en nombre de 11 millones de aislados por un régimen que niega, ataca y exilia a educadores, economistas, médicos, artistas, escritores, a los sobresalientes del país. La explotación de los oligarcas cubanos de Gaesa y compañía de un país empobrecido por el egoísmo y la maldad de sus apparátchiki debe cesar. Negociar y alimentar y construir riquezas bajo formas esclavistas con esos "ex militares", mutados en hombres de negocios, significa también nutrir el crimen y colaborar con el horror. Esos negocios esclavistas deben cesar. Para Cuba desde hace rato ya es hora.

Me dirijo a las naciones con la intención de que contribuyan a la libertad de todos los oprimidos, y no sólo de unos elegidos. Basta de sanciones suaves y de palabras dulces mientras los negocios con la tiranía continúan. Necesitamos acciones concretas que se traduzcan en cambios; deben estudiarse propuestas, como la Campaña por la solidaridad con la libertad de Cuba. Once acciones concretas de aislamiento al régimen, del MCL (mcliberacion.org), o el Plan de Diez Puntos para lograr un cambio radical de sistema en Cuba, del MRLM (movimientomartiano.com), inspirados en los Diez Puntos de la líder Maryam Rajavi por la libertad de Irán. Basta de idealizar a un régimen asesino. Hay que concretizar la realidad frente a ese régimen que ejerce el apartheid contra su pueblo, hay que dejar de blanquearlo; por el contrario: deben ustedes y todos asfixiarlo como se hizo en Sudáfrica, hasta que suelten el poder. Necesitamos que se reconozca la verdadera Constitución cubana todavía en vigor, la C-40, volviendo a la ley y el orden que los cubanos nos merecemos.

No he venido aquí como profeta de la Libertad, he venido porque soy una mujer y una madre exiliada cuya hija no conoce el país donde nació, que se siente libre y pese a ello por ser cubana todavía soy perseguida por mis ideas en tierras de libertad. A la que le han cerrado puertas en editoriales y periódicos para abrírselas a los esbirros que enmascarados en escritores adulan y defienden todavía lo indefendible de esa tiranía con el siniestro objetivo de salvar una casa o un vehículo entregado por el régimen como pago a su cochina y miserable lealtad. He venido a hablar del derecho a la libertad de los pueblos a los que el comunismo se la ha arrebatado. Y, como española, del derecho a la libertad de los españoles, a los que presumo en peligro inminente de caer en lo mismo. Llevamos advirtiéndolo desde hace mucho, por todas las vías, incluida, en mi caso, la de la literatura y el arte, por lo que he sido borrada de eventos, editoriales y universidades. He venido a subrayarles, que tal como preconizó Fidel Castro en aquel aplaudido discurso en la ONU en 1979, en lo único que quizá no se equivocó en su afán de maldad, y del que, como habrán advertido, hago ahora una parodia sin ánimos de broma, muy en serio: "el futuro" ya es "apocalíptico".

El ruido de las bombas debe cesar, sí. Pero las tiranías también deben caer. Los problemas del mundo no se resuelven con armas nucleares, pero tampoco con ideologías que provocan efectos similares a largo plazo. Las bombas matan, las ideologías rastreras conducen a esas masacres, como hemos observado durante años. "La ignorancia mata a los pueblos", escribió el más grande de todos los cubanos, que no fue el Che Guevara, que de cubano no tiene nada, sino José Martí. No se puede matar el justo anhelo de libertad del pueblo cubano ignorándonos. Todos moriremos, tal como predijo en aquel discurso de 1979 aquel que se creyó inmortal y que hoy no existe más que convertido en cenizas, empotrado en un mausoleo estilo sutileza soviética, pero devuélvannos el derecho de morir dignamente en nuestra tierra libre.

Digamos adiós a la represión, a los problemas que agobian a los cubanos cuyo origen es esa tiranía; dejen de alimentarla con negocios esclavistas, esa debiera ser una de sus responsabilidades sagradas. Esa es, y parodio otra vez, "la premisa indispensable", no de la "supervivencia humana", sino de la vida misma. Libertad para el mundo y para Cuba, que es también el mundo.

Muchas gracias, señorías, muy especiales a Hermann Tertsch, a Vox y a todos los que, siendo como somos antifascistas y anticomunistas, conocen de lo expuesto aquí hoy.

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