Menú
Amando de Miguel

Unas gotas de ironía

Graciano Jiménez (Badajoz) recuerda la famosa coplilla:
 
Vinieron los sarracenos
y nos molieron a palos,
que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos
 
Pregunta don Graciano por el origen de esa conocida cuarteta y si pertenece a un poema mayor.
 
Antes de nada, debe recordarse que “sarracenos” (= moros, musulmanes) se deriva de una palabra árabe que significa “orientales”. Claramente se alude a las luchas centenarias que llamamos Reconquista. José María Iribarren recoge un texto referido a las hazañas del maestre don Rodrigo Manrique (padre del aún más famoso Jorge Manrique, siglo XV). Ahí se dice: “No suele vencer la muchedumbre de los moros al esfuerzo de los cristianos, cuando (estos) son buenos, aunque no (sean) tantos”. La idea seguramente es mostrenca; la han pensado muchas personas en las más diversas circunstancias. Lo más divertido es que la cuarteta famosa da la vuelta a la lógica histórica y al deseo de los cristianos de vencer a los moros. Es un ejemplo maravilloso de esa mezcla de fatalismo e ironía, que tanto se cultiva en España. Aunque lo parezca, la cuarteta no fue un invento de “la venganza de don Mendo”, de Pedro Muñoz Seca.
 
Mª Paz Velázquez (profesional de la sanidad) se queja de las barbaridades que emiten los periodistas. Por ejemplo, hablan repetidamente del “virus de la salmonella” cuando se trata de una bacteria. O también “el Cardenal Perfecto del Santo Oficio”, en lugar del “Prefecto”.
 
Ramón Freire Martín (El Rompido, Huelva) aporta una nueva perla del Spanglish: “Se deliveran groserías” (= se llevan mercancías a domicilio), To deliver (= entregar a domicilio), groceries (tiendas de comestibles).
 
Manuel Caridad aporta una nueva charada en inglés. Para escribir “what you are here for” (= para que estás ahí) se pude poner: “What U R here 4”. Como jueguecito infantil, puede pasar, pero no creo que sea una buena solución para la escritura seria. Don Manuel cuenta que los batallones de zapadores de la Marina norteamericana, denominados Construction Battalions (= C.B’s) dieron en llamarse por escrito Sea Bees (que suena parecido a C.B’s). De ahí el símbolo de “abejorros del mar”, un abejorro con una llave inglesa. La cosa sigue siendo infantiloide, aunque, por eso mismo, resulta divertida. En el Ejército es muy corriente acudir a expresiones y símbolos infantiles para disimular la natural tensión que existe en torno al combate. Recuérdese las inscripciones que ponen los soldados en las bombas y los torpedos.
 
José Sanjuanbenito narra una historia muy divertida que transcribo en síntesis: “En los vikingos, cuando las parejas querían demostrar que necesitaban intimidad para hacer el amor, colgaban en el exterior de la casa el casco con los [consabidos] cuernos… Si uno de esos vikingos casados partía hacia otros lugares y, en su ausencia, otro guerrero ganaba el afecto de la esposa, al volver bien podía encontrarse que la que había sido su casa ─y su contenido─ estaban ya ocupados por otro. [Como símbolo] le habían puesto los cuernos en la puerta. Suena a falso, pero se non e vero e ben trovatto”. Desde luego, la historia está bien traída, pero resulta inverosímil. Para empezar, lo de los cascos con cuernos parece ser una invención literaria muy posterior a los vikingos. Pero unas gotas de humor nunca vienen mal.
 
Legaspi (un seudónimo, supongo) señala que “La Renfe pone a disposición de los viajerosmáquinas de autoventa”. Comenta: “¿Quiere decir que los artilugios se venden a sí mismos?”. Cabe esa pregunta irónica. Hasta ahora la “autoventa” era la venta ambulante por medio de un vehículo automóvil. Pero resulta admisible que pase a ser también la venta a través de máquinas automáticas que dispensan la mercancía mediante la introducción de dinero o de tarjeta de pago. Por ejemplo, sería “autoventa” la dispensación, a través de máquinas, de tiques de aparcamiento o de billetes de transporte. Es claro que el prefijoautoindica que el cliente elige por sí mismo la mercancía o servicio sin intermediario humano, como en el “autoservicio”. En la “autoventa” no es la máquina la que se vende sino la que vende. Esas operaciones todavía no están en los diccionarios (el DRAE ni siquiera registra “autoventa”), pero sí en la realidad. A nuevas realidades, nuevas palabras. La lengua está viva.

En Sociedad

    0
    comentarios