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La pauta estratégica de Al-Qaeda

a la vista de que el listón que ella misma puso con los atentados del 11-S le resulta ahora imposible de alcanzar, no digamos superar, haya optado decididamente por atentados mucho más pequeños

Un reciente análisis del Real Instituto Elcano desarrolla la hipótesis de que Al-Qaeda puede haber terminado haciendo de la necesidad táctica virtud estratégica y a la vista de que el listón que ella misma puso con los atentados del 11-S le resulta ahora imposible de alcanzar, no digamos superar, haya optado decididamente por atentados mucho más pequeños, con exigencias operativas mucho menos complejas, que de todas maneras rebasan con creces los niveles de letalidad propios del terrorismo “clásico”, anterior a los ataques de Nueva York y Washington, consiguiendo un impacto internacional enorme, verdaderamente traumático en la nación víctima, sin por ello desencadenar una reacción tan arrolladora como la que barrió sus vastos campos de entrenamiento en Afganistán y el régimen afín que se los proporcionaba.
 
Esa “moderación” no obstaculiza sus objetivos propagandísticos, inherentes a toda acción terrorista, siembra suficiente cantidad de temor como para demostrar su vitalidad a partidarios y enemigos, pretende desmentir la utilidad de la guerra afgana y alimenta la hostilidad a la mucho más disputada de Irak, manteniendo la división entre los que afirman que la respuesta debe limitarse a policía, inteligencia y jueces, la más favorable a los guerreros santos, y los que están dispuestos a recurrir también medios militares para ir a por ellos allí donde se encuentren y destruir a los que les prestan apoyo.
 
En este sentido, no sólo el volumen de los ataques sino también la selección de los agredidos formaría parte de esta estrategia. Más concretamente, la exclusión de los Estados Unidos como blanco mientras no estén en condiciones de asestarles un golpe que no ya emule sino que empequeñezca el del 2001. La hipótesis nos deja con la duda sobre si la ausencia de atentados contra el enemigo principal se debe a carencia de capacidades o es fruto de una contención estratégica que tiene como objetivo evitar que se reconstruya el espíritu de guerra en la nación americana y suscite otra vez una solidaridad mundial en el horror que legitime una nueva escalada general en los métodos antiterroristas.
 
Aunque la red defensiva desarrollada por la Homeland Defense es mucho más densa de todo lo que existía antes de su creación, y por tanto mucho menos penetrable, sigue teniendo mucho agujeros y ofreciendo numerosas vulnerabilidades. Pero en todo caso, superar el hito del 11-S, tanto en capacidad destructiva como en impacto psicológico, requeriría con toda probabilidad el uso de medios de destrucción masiva que los yihadistas nunca han dejado de buscar, pero que afortunadamente no son nada fáciles de conseguir si no se los proporciona un estado que haya desarrollado las correspondientes tecnologías.
 
Todo ello no significa que Estados Unidos estén fuera de peligro y que no haya un continuo esfuerzo por situarse en posición de golpear cuando el momento estratégico resulte propicio, pero parece muy probable que ni América ni los mega-atentados sean desde hace tiempo los objetivos prioritarios, sino más bien la repetición de ataques que como el de Londres 7-J o lo que podía haber sido el fallido de Londres 21-J así como el de Sharm el Sheik. Ambos se sitúan en número de víctimas entre un tercio y la mitad de lo que fueron Bali y Madrid, representantes por el momento el macabro ideal del terrismo islamo-fascista.

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