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Rajoy y la venganza de Sadam

Señor Rajoy, no es Irak el problema; ni el 11-M. El problema es el PSOE.

El actual líder del Partido Popular ha dicho a su partido que hay que dejar atrás el pasado y “a partir de aquí, mirar al futuro”. Sin saber muy bien cómo concretar dicha formulación, la frase ha creado polémica. ¿Significa que hay que acallar todo lo que tenga que ver con la gestión del PP en el poder? ¿O solo aquellos aspectos más discutidos, como la guerra de Irak y el 11-M? La frase, no obstante ha sido encomiada por todos aquellos que piensan que lo más importante para el PP es recobrar el poder cuanto antes y que si para ello hay que renegar de muchas cosas, pues bienvenido sea.
 
Creemos sinceramente que las palabras de Mariano Rajoy representan un profundo error. La llamada “etapa negra de Aznar”, esencialmente el final de su segundo mandato, fue, en realidad, el momento en el que España volvió a ser considerada como una nación importante y respetada en el mundo, después de dos siglos de automarginación de lo que ocurría en él de importancia. Pero la globalización y apertura nacional no sólo se puede medir en flujos de capital, sino también en capital político y en responsabilidad. A Irak no se fue para buscar petróleo barato, ni para obtener una foto en las Azores. Se fue por unos principios y unos valores que defender allí donde fuera necesario y allí donde se fuera capaz. La foto fue la expresión de ese proyecto ambicioso español de José Maria Aznar, no el fin, como quieren presentar los socialistas. El PP no tiene nada de que avergonzarse. A los logros en política económica hay que sumar los logros internacionales y estratégicos, no restarlos ni olvidarlos.
 
Hay una venganza de Sadam, pero no va contra el centro-derecha español, ni mucho menos. Va contra el gobierno de Rodríguez Zapatero y, precisamente, controlando el pasado es como estos desalmados quieren controlar el futuro, no sólo del PP, que también, sino de todos los españoles. El PSOE dijo y sigue diciendo, Irak fue la tumba del gobierno Aznar y han soñado con que esa venganza de Sadam se materializara en otros países de la coalición internacional. Pero no es verdad. Michael Howard revalidó su mayoría en Australia; Bush se ganó al país el pasado 2 de noviembre; Blair venció en las pasadas elecciones de mayo; y Koizumi acaba de barrer en Japón. Por el contrario, a Moratinos a penas se le saluda y Rodríguez Zapatero tiene que echar mano del rey para que se le oiga en la ONU. Y de su encuentro con Bush ni se sabe. Se sabe que en su último Consejo Europeo, mientras sus socios se batían por sus intereses durante 9 horas, él pasó ese tiempo encerrado viendo la tele (no se sabe qué canal, pero se sospecha). No pidió ver a nadie porque nadie pidió a Moncloa verse con él. Sólo hay que ver sus interlocutores mundiales para darse cuenta de quien sufre más esa supuesta venganza de Sadam.
 
El problema del PP no es que se hable mucho del pasado, sino que se habla poco o nada. Metiéndolo en el baúl de los recuerdos –y con Rubalcaba y compañía en el poder– será un milagro que el ideario popular no se parezca cada día más al centrismo insulso y al PSOE. ¿Es eso lo que esperan sus diez millones de votantes? El silencio, es el silencio de los corderos. Y ya sabemos dónde van a acabar sus días estos animalitos. Al matadero. Señor Rajoy, no es Irak el problema; ni el 11-M. El problema es el PSOE.

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