Menú
Juan Carlos Girauta

Sí a la memoria histórica

La fotografía del cadáver de José Calvo Sotelo sobre una mesa, con la cara deformada, la pechera de la camisa ensangrentada, el sombrero y la chaqueta arrebujados, resume fielmente el espíritu del Frente Popular.

Declaran el 2006 Año de la Memoria Histórica cuando ya ha pasado el 14 de abril y cuando están a punto de pasar el 10 y el 11 de mayo: habría sido de muy mal gusto traer a colación la primera gran quema de iglesias, colegios y edificios religiosos ante la absoluta pasividad del primer gobierno de la República. Tengo la sensación de que esa ley conmemorativa y arrojadiza lleva temporizador. Está montada para que entre en vigor en torno al 18 de julio. A tiempo de comentar un poquito desde las televisiones, sin mala intención, el Alzamiento.

Pero van a tener que ajustar mucho el tiro; a poco que la publicación en el BOE se desvíe, igual nos ponemos a hacer memoria histórica por imperativo legal en la madrugada del 12 al 13 de julio, y lo que acaba conmemorándose es el modo en que miembros de La Motorizada de Prieto fueron a hacerle una visita de cortesía a Goicoechea, Gil Robles y Calvo Sotelo, encontrando, para su desgracia, al último. Lo sacaron de la cama y lo metieron en una camioneta de Asalto. Había dentro cuatro tipos de las juventudes socialistas, dos de ellos dirigentes. Un tal Cuenca le descerrajó dos tiros en la nuca al jefe de la oposición monárquica y luego arrojaron su cuerpo frente a la morgue del cementerio de la Almudena. La fotografía del cadáver de José Calvo Sotelo sobre una mesa, con la cara deformada, la pechera de la camisa ensangrentada, el sombrero y la chaqueta arrebujados, resume fielmente el espíritu del Frente Popular.

Así querían a la oposición, callada o muerta. Antes de su asesinato, Calvo Sotelo había sido repetidamente amenazado en el Parlamento y fuera de él. Galarza –que siendo fiscal general había acusado públicamente a Alfonso XIII de traición– justificó en las Cortes un eventual atentado personal contra don José. Hay amenazas de La Pasionaria, de la socialista Margarita Nelken y del propio jefe de gobierno Casares Quiroga, el enfermizo e incompetente amigo de Azaña.

Quizá el pistoletazo de salida de las celebraciones caiga el 15 de julio. Si es así, el país entero debería consagrar el día a estudiar la sobrecogedora intervención de Gil Robles ante la Diputación Permanente del Congreso. Acusó al gobierno de haber expulsado a la derecha del sistema (¿les suena?), le advirtió de que la mancha del asesinato de Calvo Sotelo no se la sacaría jamás y vaticinó que sería la primera víctima de la violencia que había desatado. ¿Memoria histórica? Ya verán, cada día tiene su afán.

En Sociedad

    0
    comentarios