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La amenaza fantasma

las noticias muestran que la amenaza subsiste y los terroristas han estado a punto de lograrlo en varias ocasiones. Y sin embargo, los medios de comunicación relegan tales noticias a un tercer o cuarto plano

Hoy en día nadie pone en duda que vivimos en una era en la que la seguridad interna y externa está marcada por el 11 de septiembre de 2001. desde entonces, la mayor parte de las noticias sobre política internacional vienen marcadas por la guerra contra el terrorismo. En los últimos cinco años, los servicios de inteligencia y de seguridad han desarticulado docenas de células y grupos islamistas ocupados en las diversas fases de preparación de atentados terroristas. En Europa y Estados Unidos la policía ha desarticulado grupos que se preparaban para actuar inminentemente contra nuestras sociedades; el último, hace unos días en Canadá.
 
En todas esas ocasiones, nuestros países han estado cerca de otro 11-S, 11-M o 7-J. En todas ellos a punto ha estado de repetirse la tragedia. Sólo la suerte y la acción de las fuerzas de seguridad han impedido nuevas masacres en nuestras sociedades. En estas fechas, las autoridades de Alemania han realizado un despliegue sin precedentes para blindar policialmente el presente Mundial, por ser considerado un objetivo apetecible para Al-Qaeda y sus redes terroristas. La amenaza terrorista está por todas partes, menos en los medios.
 
Es decir; las noticias muestran que la amenaza subsiste y los terroristas han estado a punto de lograrlo en varias ocasiones. Y sin embargo, los medios de comunicación relegan tales noticias a un tercer o cuarto plano; no encabezan portadas ni telediarios. En Alemania, más allá del cuatro-cero sólo interesan la lista de futbolistas más sexys o las salidas nocturnas de la selección brasileña. Del despliegue de seguridad, ni saben ni contestan. De la amenaza terrorista, ni mención. Parece claro que la lucha contra el terrorismo les interesa exclusivamente cuando se trata de los vuelos de la CIA o de los inocentes muertos en enfrentamientos provocados por los terroristas en Irak. Pero no cuando se trata de las amenazas reales de atentados.
 
Esta es la enfermedad que afecta a nuestros medios de comunicación. A estas alturas parece ya estéril pedirles rigor y responsabilidad cívica. Pero, además, ahora es la coherencia la que parece naufragar: Buena parte de las noticias que ocupan cabeceras y titulares en nuestros medios de comunicación son fruto de la aparición del terrorismo islámico en el panorama internacional. Por ejemplo, es imposible entender la política de la Administración Bush sin perder de vista que los Estados Unidos se encuentra inmersos en una guerra contra el terrorismo.
 
Y sin embargo, las noticias referentes a la amenaza de nuevos atentados desarticulados en el último momento, o las noticias referentes a los esfuerzos de las fuerzas de seguridad se pierden entre las del funeral de Rocío Jurado y el partido de la selección. Televisiones y periódicos informan puntualmente de las consecuencias de la guerra (Irak, Afganistán, Guantánamo), pero no de las causas que la provocan, que no son otras que impedir que las masacres terroristas vuelvan a nuestras calles. éstas masacres nos han rondado en varias ocasiones, pero de ellas no se encontrará ni rastro en titulares y portadas. Gracias a nuestros medios son una amenaza fantasma.

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