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EDITORIAL

De acuerdo con De la Vega

Quizá la mejor muestra que podría dar De la Vega de la sinceridad de sus palabras sería publicar los informes sobre los explosivos que realmente estallaron en los trenes. Pero parece difícil creer que vaya a ser así.

Por una vez, y es posible que sea la primera, estamos de acuerdo con una afirmación de la vicepresidenta del gobierno. Porque es cierto, más allá de toda duda, que es necesario "esclarecer el 11-M", tal y como ha reconocido en su comparecencia tras el Consejo de Ministros. Sorprende, eso sí, que haga esta afirmación sabiendo que para su superior, el presidente Zapatero, todo "estaba ya claro" nada más y nada menos que el 13 de diciembre de 2004, fecha en que compareció ante la comisión del 11-M. Desgraciadamente, resulta mucho más difícil aceptar la afirmación de que el gobierno es el más interesado en esclarecerlo, que también ha hecho De la Vega. La actividad del gobierno, hasta ahora, no parece que se haya dirigido precisamente a aclarar los hechos.

Hemos sabido que ya no sólo son unos cuantos periodistas tan locos como para estar empeñados en querer saber la verdad de un atentado que mató a 192 personas e hirió a más de 1.700 los que sostienen que la prueba esencial, la conocida coloquialmente como "mochila de Vallecas", pudo haber sido plantada y no haber estado jamás en los trenes. Según revela el diario El Mundo, ahora es la propia Comisaría de Información la que, en un informe incluido en el sumario del juez Del Olmo, sostiene que "pudo ser manipulada por personas no identificadas en el Ifema". ¿Cómo es que, entonces, cuando se supo que nadie había visto la famosa bolsa en la estación de El Pozo, la Dirección General de Policía aseguró que jamás se había roto la cadena de custodia de la misma? Si De la Vega fuera sincera, habría contestado ya a esa pregunta. Será que el gobierno no es el más interesado en el esclarecimiento del 11-M.

Hace pocos días, Libertad Digital desvelaba hasta qué punto era falsa la prueba del Skoda Fabia. Las explicaciones que la Policía dio al juez sobre las andanzas del coche antes de su milagrosa aparición en Alcalá de Henares no concuerdan con las consultas realizadas a la base de datos de comprobación de matrículas y la declaración del chileno que supuestamente lo robó y vendió luego al Tunecino es completamente falsa. Ni siquiera en el color del coche acierta. Si De la Vega quisiera realmente esclarecer el atentado, nos explicaría por qué razón se tramitó con semejante rapidez la expulsión de este testigo que mintió sobre su relación con esa prueba, en aplicación de la Ley de Extranjería, cuando tantos y tantos ilegales permanecen tan ricamente en nuestro territorio.

Hace poco más de una semana, publicamos también la relación entre Rafá Zouhier y un teléfono con tarjeta de la misma serie que el empleado en la mochila de Vallecas, un teléfono atribuido sin aportar razones a Jamal Ahmidan. Y eso, pese a que la Policía asegurara que no existían contactos entre ellos dos. No estaría de sobra que el gobierno, en su imparable afán por esclarecer los hechos, diera la orden de que la Policía aclare de una vez el papel de Zouhier en todo este asunto.

Por supuesto, hay mucho más por aclarar y mucho más importante. Al fin y al cabo, tanto la mochila como el Skoda como Zouhier no parecen haber sido más que distracciones que alejaran la vista de los trenes que hicieron explotar aquella mañana de marzo de 2004, con objetos que no eran mochilas. Quizá la mejor muestra que podría dar De la Vega de la sinceridad de sus palabras sería publicar los informes sobre los explosivos que realmente estallaron en los trenes. Pero parece difícil creer que vaya a ser así.

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