Trinidad Jiménez asegura que no entiende por qué se acusa a su partido de sentir simpatías por la tiranía castrista. Tal vez se lo podría explicar el alcalde de Leganés. El socialista José Luis Pérez Ráez es todo un personaje. No pierde oportunidad de expresar su admiración por "el carnicerito de La Cabaña". No hace mucho presidió –junto a un hijo de éste– un acto que se celebró frente al busto que levantó en Leganés en honor y gloria del extranjero que más cubanos fusiló.
Se trataba de rendir homenaje a un asesino en serie. No podía faltar José Luis Pérez Ráez. Y es que el diablo junta a los que crió la envidia y el odio. No debe sorprendernos que el alcalde de Leganés sienta una profunda admiración por quien, a la vera del hoy nuevo coma-andante, disparó contra todo lo que se movía antes de que Fidel Castro entrara triunfante en La Habana. No otra cosa podíamos esperar de un individuo que poco después de la masacre de Madrid convocó una manifestación para gritar "esto nos pasa por un gobierno facha".
Por desgracia, Pérez Ráez no es el único socialista que admira a los verdugos y niega la compasión a sus víctimas. A la secretaria de Estado para Iberoamérica le resultará muy difícil convencer de lo contrario a los rehenes de los hermanos Castro. El Gobierno que ella representa les negó su condición de víctimas de la peor de las tiranías. Lejos de hacer lo mucho que pudo haber hecho por ellos, prefirió hacerlo por sus carceleros. Su presunta neutralidad respecto a lo que ocurre en la Isla de los cien mil presos sólo demuestra desprecio ante el sufrimiento ajeno. Como diría el alcalde de Leganés, "esto nos pasa por tener un Gobierno facha". Sólo los fascistas, del signo que sean, admiran a los asesinos en serie.