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Luis Hernández Arroyo

En demanda un lobby contra la Gran Mentira

Si hay una regla infalible es: a más intervencionismo, empeoramiento del medio ambiente.

Los ecologistas están crecidos. Su lobby funciona como un Rolls Royce. Tienen de su lado a muchos próceres telegénicos del mundo, y su eslogan de ahora es: "hay que actuar ya". Si no lo remediamos, esa terrible afirmación arraigará sin remedio en una opinión pública de tragaderas abiertas ante todo lo que huele a antisistema, como ya ha hecho la definición de "democrático" como "plebiscitario" (o chavista), no como democracia genuina de ejercicio de control contra los abusos del poder.

Parece que la ecología se ha convertido en un campo especialmente atractivo para políticos fracasados o con afán de protagonismo. Ejemplo de lo primero, Al Gore; de lo segundo, George Soros, el especulador de izquierdas (¿?). No estamos aquí para juzgar motivos, sino consecuencias, aunque la anécdota da una idea de la capacidad de movilizar recursos.

Creo que es fácil ver que una intervención estatal, a nivel mundial, en todos los sistemas productivos para supuestamente reducir las emisiones de CO2 será un paso (o dos) hacia economías intervenidas que reducirán enormemente la productividad económica. El inevitable desvío de recursos hacia los sectores públicos es lo que le faltaba al precario estado financiero de las principales economías.

No hay impulso más contaminante que la baja productividad, el estancamiento y la pobreza; cuando una población necesitada se siente empobrecida, de lo último que se preocupa es del medio ambiente; se avivan los grupos de presión sobre el gobierno y éste cede por el que punto que más le aprieta, como prueba contundentemente la historia de los regímenes autoritarios y comunistas y sus gigantescas catástrofes ecológicas. Si hay una regla infalible es: a más intervencionismo, empeoramiento del medio ambiente.

Desgraciadamente, no veo un lobby de opinión ni remotamente tan eficaz como el ecologista que defienda la eficiencia de la libertad a toda costa. La eficiencia de la libertad está demostrada a largo plazo: cuando una materia prima ha escaseado, su precio se ha elevado hasta que ha sido rentable la explotación de fuentes marginales y la investigación de sustitutivos. Es falso que la energía se esté agotando, pues en la Tierra hay carbón de sobra, y aunque es un gran emisor de CO2, se están probando ya métodos de combustión no contaminantes. Tampoco los campos de petróleo están extinguiéndose. Ahora estamos asistiendo a una ampliación del horizonte investigador prometedor, que se vería gravemente mermado de recursos si el sector público absorbe los medios y la decisión sobre las líneas a seguir.

Urge, pues, la formación de un lobby liberal que aúne la dispersa pero rica información veraz sobre el estado de la cuestión. Hay datos incontestables que muestran que no ha habido subida de temperaturas en los últimos 15 años; hay dudas fundadas sobre el origen de los cambios en la cantidad de CO2 que, en una buena parte, son naturales. Como dice Antón Uriarte, genial ecólogo: "En todas partes el incremento en la concentración de CO2 es más o menos el mismo. En unas zonas se le acusa del calor, en otras del frío, aunque en este caso para camuflar semejante tontería se dice que 'desestabiliza' al clima y lo extremiza". Y lo que es más, hay medidas de los ecologistas que se han demostrado contraproducentes para el bienestar y la conservación de zonas, como negar el derecho al desarrollo de campos de golf en eriales habitados por mosquitos. Algunas consecuencias han sido más graves, como demuestra su trágico éxito en prohibir el DDT en África. Tampoco deja de ser paradójico lo que el paisaje ha sido duramente envilecido por esos horribles molinos que no sirven más que para cobrar una subvención.

Este lobby liberal, con las ideas claras sobre lo que debe priorizarse, y denunciando las falacias del ecologismo, tiene un gran trecho que recorrer por lo bien que ha movido sus bazas el lobby ecologista. Un eslogan provocador, pero nada incierto, podría ser éste: "El cambio climático es culpa de los ecologistas".

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