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José Vilas Nogueira

Orwell "desestructurado"

Se comprende, así, la simpatía de la banda zapatética por De Juana: el pobre ha matado (y eso a lo largo de varios años) menos que cualquier terrorista iraquí en un solo día. Ni Goebbels habría osado tamaña impudicia.

Una multitud se manifestó este sábado, día 10, para protestar contra la complicidad del Gobierno Zapatero con los criminales de la ETA. ¿Cuán multitudinaria fue esa multitud? Según el Partido Popular, convocante, fueron 2.500.000 personas; según la Comunidad de Madrid, 2.125.000; según la Delegación del Gobierno, 342.655. Ni 342.654 ni 342.656. Exactamente, 342.655 (el rigor aritmético de este organismo no tiene parangón en el mundo). Según cualquiera que haya asistido a la manifestación o visto sus imágenes, fueren los que fueren, atestaban todo el espacio entre la Puerta de Alcalá y la Plaza de Colón. Una barbaridad de gente.

Esta manifestación mostró, una vez más y más categóricamente que nunca, que son muchísimos los españoles a los que repugna el compadreo de la banda zapatética con la banda etarra. Pero no servirá, como era previsible, para que el Gobierno rectifique. No rectificará porque el despotismo es ajeno a razones y la abyección, insensible a la decencia. "Sólo las urnas podrán ya obligar a rectificar a Zapatero", titula su editorial El Mundo. Un oxímoron: Zapatero no rectificará nunca, por tanto el compadreo con la ETA sólo cesará si las urnas lo expulsan del Gobierno.

Los burócratas zapatéticos se han apresurado a confirmarlo. Como el despotismo que nos azota está menos racionalizado que los históricos soviético o nacionalsocialista y que los literario Un mundo feliz o 1984, la "verdad oficial" no es una mentira única, sino una "desestructurada" colección de mentiras. Depende de la exigencia del momento, la "realidad nacional" en que se formule, el gusto del portavoz, etc. Desgracia adicional porque a una "verdad oficial" se puede oponer la verdad, pero cuando la mentira es hidra de cien cabezas la verdad se fatiga en inacabable combate.

López Garrido ha sido el primero en reaccionar. Según él, la convocatoria tuvo poco éxito, a pesar de que según las cifras de la Delegación de su propio Gobierno ha sido la más numerosa de todas las celebradas desde que su cuate Zapatero llegase, infaustamente, al poder. El Partido Popular esperaba mucha más gente (¿cómo sabe él cuánta gente esperaba el PP?).

La "verdad" de Pepiño Blanco es más original. A Rajoy le parecen muchos los manifestantes, pero son "sólo la mitad de los que han muerto en Irak". Aunque fuese verdad, ¿qué tendrá que ver una cosa con otra? Tomemos, a efectos retóricos, por buena la cifra oficial: la opinión de 342.655 personas carecería de relevancia porque en la guerra de Irak habrían muerto el doble. Con la misma lógica, la significación del genocidio camboyano, del "holocausto" nacional-socialista o de los genocidios estalinistas, o de los votos que llevaron a Zapatero al poder, derivaría de su comparación con el número de muertos provocado por una guerra precedente. Se comprende, así, la simpatía de la banda zapatética por De Juana: el pobre ha matado (y eso a lo largo de varios años) menos que cualquier terrorista iraquí en un solo día. Ni Goebbels habría osado tamaña impudicia.

La "verdad" oficial del Fiscal General también tiene su intríngulis: ya apenas quedan víctimas, ha dicho. ¿Serán las tres que aun no se han enfriado del todo? Pero, ¿qué ha sido de las otras? ¿Hasta Pilar Manjón ha desaparecido? ¿Qué instancia las ha suprimido? Ordene usted, buen hombre, una investigación urgente. Y comuníquelo a los Reyes, evitándoles el ridículo de asistir a actos por víctimas inexistentes. La vicepresidenta, entre modelito y modelito, entre sarao y sarao con las damas de la alta sociedad africana, también ha emitido su "verdad", no menos mendaz que las anteriores. Todo miembro cualificado de la banda ha echado su cuarto a espadas.

Pero lo peor está por venir. El jefe Zapatero quiere imprimirle amor a la cosa. Sólo nos faltaba un Ministerio del Amor. Echémonos a temblar: lean o relean 1984 (como para preocuparse por el calentamiento del planeta).

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