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Emilio J. González

Juego sucio

Juego sucio por parte del Gobierno, que ha hecho todo lo posible porque los alemanes fracasen, metiendo a una empresa pública como Enel en la batalla e impidiendo que Acciona se acercara a los alemanes mediante cambios en la retribución a las renovables.

Nada más dar comienzo el culebrón de Endesa, allá por fechas tan lejanas como el 5 de septiembre de 2005, el presidente de la CNMV, Manuel Conthe, reclamó a Endesa "juego limpio". Por lo visto, el juego limpio solo cuenta para la compañía que preside Manuel Pizarro con el fin de que sea entregada, de una u otra forma, a quien quiere el Gobierno.

Acciona y Enel acaban de anunciar que presentarán una OPA por el cien por cien de Endesa, de entre 40 y 42 euros por título, si la alemana E.On no consigue llegar al 50%. De sobra saben ambas compañía que los alemanes no van a conseguir semejante objetivo si una de ellas no vende su paquete accionarial. Entre las dos suman, en estos momentos, un 46,3% del capital de Endesa, sin contar con la posibilidad de que Enel pueda tener aparcadas en bancos más acciones de la eléctrica sin haberlo declarado. A este porcentaje habría que sumar el 2,9% en manos de la Sepi, controlada por ese Gobierno tan empeñado en que Endesa no sea de los alemanes, con lo que el total ascendería al 49,2% del capital. E.On tendría que conseguir prácticamente todas las demás acciones de Endesa, incluido el 9,9% de Caja Madrid, para poder alcanzar su objetivo. Aquí entra el juego sucio.

Al realizar su anuncio, Acciona y Enel acaban de lanzar un torpedo contra la línea de flotación de la OPA de E.On, puesto que si las expectativas de los accionistas minoritarios es una nueva oferta a precio superior a la de los alemanes, desde el punto de vista económico no tienen motivo alguno para venderle sus títulos a éstos. En consecuencia, con pocos minoritarios que decidan esperar, E.On no llegará jamás a ese 50%. Además, los alemanes no tienen capacidad de mejorar su oferta para defenderse. Cuando lo intentaron, mediante la solicitud a la CNMV de autorización para comprar acciones de Endesa en el mercado, lo que elevaría automáticamente el precio de la OPA de E.On, el regulador les denegó el permiso haciendo una lectura restrictiva y contraria a los accionistas minoritarios del reglamento sobre OPAs –más juego sucio, esta vez por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores–. Así es que E.On se ve maniatada frente a la ofensiva de Acciona y Enel, cuyos fines estaban claros desde el primer momento en que ambas entraron en el capital de Endesa –la primera en septiembre de 2006 y la segunda en febrero de este año–, afectando de esta forma a la OPA de los germanos sin que la CNMV hiciera nada para impedirlo.

En este contexto, el 9,9% de Endesa en manos de Caja Madrid cobra una importancia estratégica enorme, puesto que podría ser determinante para el futuro de la eléctrica. Por ello, resulta difícil pensar que la entidad crediticia madrileña vaya a desprenderse de dicha participación, tal y como se están poniendo las cosas y, con ello, impedirá a E.On llegar hasta el 50% de Endesa.

E.On, por tanto, puede quedarse sin Endesa a cuenta del juego sucio desplegado por unos y otros para impedírselo. Juego sucio por el lado de Acciona y Enel, entrando como entraron en Endesa y realizando ahora su anuncio de OPA para hacer fracasar la de los alemanes, pero sin haber llegado a presentar solicitud alguna al respecto. Juego sucio por parte del Gobierno, que ha hecho todo lo posible porque los alemanes fracasen, metiendo a una empresa pública como Enel en la batalla e impidiendo que Acciona se acercara a los alemanes mediante actuaciones como la mejora de la retribución a las inversiones en energías renovables. Y juego sucio por parte de la CNMV, que se preocupó muy mucho de que Pizarro no pudiera defender a Endesa de los ataques promovidos por el Gobierno y, sin embargo, no ha hecho ni dicho nada respecto de Acciona y Enel. ¿Para qué necesitamos, entonces, un regulador de los mercados financieros? ¿Para certificar y respaldar el intervencionismo salvaje?

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