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Ignacio Villa

Objetivo: adulterar la vida política

Si antes ya había razones de peso, ahora Mariano Rajoy está obligado a hablar el martes de la manera más clara posible sobre el proceso de rendición del Gobierno ante ETA.

La vicepresidenta De la Vega ha aprovechado su comparecencia tras el Consejo de Ministros para arremeter contra Mariano Rajoy a pocos días del debate sobre el estado de la Nación. Dice la portavoz del Ejecutivo que el líder de la oposición ha incumplido su palabra al advertir que hablará de la banda terrorista ETA en el debate de la próxima semana. De la Vega recupera, pues, en este momento clave del final de la legislatura, la actitud chulesca y desafiante de un Gobierno que ante la discrepancia sólo es capaz de insultar y amenazar, nunca de argumentar.

Estas declaraciones de la vicepresidenta confirman que el actual inquilino de La Moncloa entiende la política como algo que sólo se ejecuta desde el chanchullo y el pacto bajo cuerda. ¿Como se puede amenazar en estos términos al líder de la oposición en vísperas de un debate sobre el estado de la Nación? ¿Cómo pueden siquiera sugerir que una cuestión tan clave como es el terrorismo etarra debe dejarse fuera del Congreso y del escrutinio de la opinión pública? Mucho tiene que ocultar de sus tejemanejes con ETA el presidente del Gobierno a los españoles cuando no quiere que se hable de ello en la cita política del año, convirtiendo así al Parlamento en una pantomima superflua. Él, que iba a hacer del Congreso el centro de la vida política.

Estamos ante un presidente del Gobierno que aparenta no tener ni la más mínima vergüenza. Esta dispuesto a enturbiar la vida política todo lo que pueda; su objetivo inequívoco es la adulteración de las instituciones democráticas; su obsesión buscar complicidades en la maldad y el engaño. Es algo que ya sabíamos, pero que vuelve a confirmarse a la vista de las amenazas que desde el Gobierno se están vertiendo contra el jefe de la oposición en caso de que se le ocurra hablar de ETA en el debate sobre el estado de la Nación. Zapatero quiere una España narcotizada por sus discursos sin contenido y no puede admitir que se hable de algo que no le conviene.

Lo que no cabe duda es que Mariano Rajoy, después de las amenazas de Fernández de la Vega, no puede echarse atrás. Si antes ya había razones de peso, ahora está obligado a hablar el martes de la manera más clara posible sobre el proceso de rendición del Gobierno ante ETA. La oposición debe responder, debe ejercer como tal. Si Zapatero quiere adulterar la vida política, Rajoy deberá defenderla de sus ataques inmisericordes. A Zapatero no le basta con rendirse ante ETA, además quiere que no se hable de ello. Ni un susurro. Pero si estamos en democracia, es necesario que se hable, y que se hable en la sede de la soberanía nacional, no en la televisión de Polanco.

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