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John Stossel

Por Jefferson, contra Hamilton

Me gustaría que Brooks y otros conservadores hamiltonianos comprendieran que la libertad y la prosperidad no le deben nada a los burócratas que creen gestionar la sociedad a través de la enseñanza y la manipulación fiscal.

"Recuperar el programa político de Hamilton" era el titulo que el New York Times le puso a una reciente columna de David Brooks escrita en memoria de Alexander Hamilton, quizá el que menos interés tenía en limitar el poder político de todos los padres fundadores. Al contrario que su rival Thomas Jefferson, Hamilton prefería un Gobierno central fuerte y estados más débiles. Tampoco confiaba en el libre mercado. Fue un mercantilista a la antigua usanza, que quería que políticos y burócratas controlasen las actividades económicas privadas para favorecer los intereses de los empresarios nacionales.

En una línea verdadera hamiltoniana, Brooks tampoco confía en el mercado, lo cual significa que no confía en la propiedad privada y los particulares pacíficos y libres. Así, escribió que

Nosotros los hamiltonianos estamos en desacuerdo con los conservadores que apoyan un Gobierno limitado [asumo que Brooks piensa en gente como yo] porque el mercado, por sus propios medios, está fracasando a la hora de aportarnos el suficiente capital humano.

La verdad es que, dado que David Brooks es un tipo brillante, me pregunto cómo puede culpar al libre mercado de fracasar de esta manera. Enseguida llegamos a eso:

A pesar de todos los incentivos, el 30% de los estudiantes abandona el instituto y la tasa de graduados lleva sin crecer una generación.

Perdone, pero ¿por qué es eso un fallo del mercado? Es el Gobierno el que domina la educación en Estados Unidos. La educación preuniversitaria es un monopolio gubernamental virtual coercitivo y, con frecuencia, rígidamente sindicalizado, que combate todos los intentos de experimentar la competencia del libre mercado. Brooks escribe que los hamiltonianos como él "piensan que el Gobierno debería ayudar a la gente a hacerse con las herramientas que necesitan para competir". ¿Pero cuándo ha sido el Gobierno bueno alguna vez en eso?

Afirma que el Estado "puede incrementar la calidad del capital humano", por ejemplo, proporcionando "educación preescolar de calidad para ayudar a los niños de hogares disfuncionales". ¿De verdad? ¿Cuál es la probabilidad de que la educación preescolar fuera "de calidad" si el Gobierno la gestionara? Ni siquiera el aclamado programa Head Start ha demostrado tener ningún efecto duradero sobre el desarrollo académico.

¿Por qué piensa Brooks que el gobierno es lo bastante competente para "ayudar a la gente a competir"? Escribe que "los programas de los progresistas no han funcionado", pero a continuación propone el suyo. Cuando le planteé eso, dijo que sus ideas están en una "categoría diferente" y argumentó que algunas intervenciones son eficaces y necesarias.

Por favor. Cuando pregunté a Brooks por qué un Gobierno que se demostró tanta incompetencia como el FEMA tras el Huracán Katrina será mejor dirigiendo las escuelas, dijo: "Algunas vidas están tan mal que es difícil empeorarlas". La coacción gubernamental casi siempre empeora las cosas. Desalienta el esfuerzo personal y se lleva un capital que podría encontrar usos más productivos. Pero Brooks, como buen hamiltoniano, se decanta por la microgestión gubernamental forzosa:

Mayores deducciones fiscales por hijo e incrementar la deducción fiscal de los salarios puede ayudar a reducir la presión económica sobre las familias jóvenes. El Gobierno debería incrementar la financiación a la investigación básica, especialmente en matemáticas, ingeniería y física. La lista podría continuar.

Eso es lo que me da miedo. ¿El Gobierno elegirá la "investigación básica" a financiar? ¿Recuerda el programa de combustible sintético de los años 70 o el fraude del Supercolisionador Superconductor de los años 90?  ¿Deducciones fiscales por hijo? ¡Simplemente rebaje los impuestos a todos! Brooks defiende hasta un servicio nacional que "obligue a los niños de ciudad a trabajar con los del campo, y viceversa."

¿Por qué expertos y políticos están siempre tan ansiosos por utilizar la fuerza contra los demás? Estados Unidos se convirtió en una potencia económica a pesar de, no a causa de, la intervención hamiltoniana. Hong Kong y gran parte del Este de Asia salió de la abyecta pobreza a la abundancia en cuestión de unas cuantas décadas no porque sus gobiernos dieran al pueblo "las herramientas que necesitan para competir" –no lo hicieron– sino porque limitaron el ejercicio del poder.

Me gustaría que Brooks y otros conservadores hamiltonianos comprendieran que la libertad y la prosperidad no le deben nada a los burócratas que creen gestionar la sociedad a través de la enseñanza y la manipulación fiscal. La prosperidad crece cuando se deja en paz a la gente dentro de un sistema legal que respete sus personas y sus propiedades, de modo que puedan perseguir sus sueños asumiendo la responsabilidad de sus acciones. Las personas libres encuentran sus propias herramientas para competir si el Estado les deja en paz.

En esta época de Gobierno elefantiásico, lo último que necesitamos son defensores del Hamilton estatista. Lo que necesitamos ahora son defensores del Jefferson liberal, que dijo de un modo muy anti-hamiltoniano: "Preferiría estar expuesto a los inconvenientes de tener demasiada libertad que a los de tener demasiada poca."

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