Menú
EDITORIAL

Campus FAES, más que una pasarela de ideas

Todos han formulado las objeciones más agudas y las alternativas más cabales al mal llamado progresismo desde una preocupación común: la defensa del individuo, las instituciones intermedias y la sociedad civil

Hoy domingo se clausura en Navacerrada, un bello y pintoresco rincón de la sierra de Madrid, una nueva edición del Campus FAES, la conferencia política más relevante del país. Libertad Digital les ha ofrecido este acontecimiento en tiempo real de la mano de nuestros comentaristas, quienes en un esfuerzo de innovación inédito en nuestro país, tan acostumbrado al áspero estilo de citas y negritas del periodismo tradicional, ha combinado unos excelentes resúmenes de las intervenciones con la descripción del rico paisaje intelectual y social que se vive durante el Campus. Hoy más que nunca, FAES constituye un espacio de fértil intercambio de ideas y de confección de redes de cooperación entre académicos, políticos y periodistas de todo el mundo. Si Valle Inclán, uno de los grandes maestros olvidados de nuestras letras, levantase la cabeza, habría disfrutado con las crónicas servidas por el avezado Antonio José Chinchetru, el joven aunque maduro Álvaro Vermoet y el sagaz Víctor Gago.

Dos son las razones que han convertido esta quincena de charlas y debates en una cita casi obligada para aquellos situados en el vasto espectro conservador y liberal: variedad e independencia.

En primer lugar, hay que ponderar la amplitud de las perspectivas y enfoques de los invitados, varios de los cuales desafían el encasillamiento ideológico o incluso defendieron opciones políticas de izquierdas, a las que hoy critican por la misma razón que un día les llevaron a apoyarlas, la defensa de la libertad. Junto a ellos, una panoplia de personalidades pertenecientes a las distintas familias de lo que se denomina "derecha política". Todos han formulado las objeciones más agudas y las alternativas más cabales al mal llamado progresismo desde una preocupación común: la defensa del individuo, las instituciones intermedias y la sociedad civil frente al comunitarismo, el estatismo y el intervencionismo radicales que por desgracia defiende con uñas y dientes la mayor parte de la izquierda española.

En segundo lugar, a pesar de que la fundación está dirigida por quien fuera presidente del Gobierno español durante ocho años y líder del Partido Popular durante catorce, José María Aznar, la proporción de políticos a tiempo completo en las publicaciones y actos de FAES ha experimentado una sana disminución en los últimos tiempos. Este fenómeno sitúa a la fundación a gran distancia de los cementerios de elefantes políticos e ideológicos en que se han convertido otros tanques de ideas. Cabe destacar el caso del comunista Nicolás Sartorius, quien desde el señorial barrio de Embajada de Madrid dirige Alternativas, la fundación del PSOE.

Por supuesto que en FAES no están todos los que son. Algunos prefieren colaborar en instituciones apartidistas como el Instituto Juan de Mariana, un think tank liberal de sesgo libertario. Por otra parte, no conviene caer en la autocomplacencia y olvidar que la patrimonialización y la burocratización son dos rasgos importantes de la cultura política española y que a veces tienen el efecto de inhibir la cooperación de personas cuya labor académica o valores políticos serían un importante activo para FAES.

Además de dotarle de una estructura más ágil y horizontal, los gestores de la fundación deberían realizar un esfuerzo adicional en aras de la penetración de su producción en las altas esferas del Partido Popular. Nos referimos a la riqueza de propuestas de reforma institucional –Estado de las Autonomías, legislación electoral, etc.– surgidas en el seno de FAES y a las que hasta hace bien poco el liderazgo del PP ha hecho oídos sordos. También habría que prestar más atención a las aportaciones de FAES a la política económica, pues el bienestar material de los españoles depende de algo más que una tímida baja de impuestos y alguna privatización controlada por el Estado.

El camino que une Navacerrada con la capital de España tiene un primer tramo lento, sinuoso y plagado de molestas e innecesarias rotondas que sin embargo desemboca en una autopista ancha, recta y veloz. Es por este tipo de vía, y no por la anterior, que deberían transitar las ideas entre FAES y Génova 13.

En España

    0
    comentarios