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Isabel Durán

Elecciones limpias

Esta propuesta es indispensable, tanto como impedir en lo sucesivo que partidillos que incluso quieren volar la Constitución y, por tanto, España se aprovechen del poder gracias a la inmoral y sempiterna voracidad sin escrúpulos del partido de Zapatero.

La reforma de la Ley Electoral que ha anunciado Rajoy debe incluir, de entrada, un presupuesto incontestable: que todos los partidos afirmen de antemano su apuesta o negativa a firmar coaliciones tras el resultado de las urnas. En adelante, la limpieza de unas elecciones tiene que fundamentarse en este principio. Si así hubiera sido desde el principio, se habría evitado que golfos episódicos como Touriño y Quintana en Galicia, Revilla y Gorostiaga en Cantabria, Puras y Zabaleta en Navarra o Munar y Antich (y siete minúsculos marginales más) en Baleares estuvieran ostentando un poder que el pueblo les negó el pasado 27 de marzo.

Es tal el desahogo que tienen individuos como éstos que alguno de ellos, con poco más del cinco por ciento de los votos y tres escaños en un parlamento de sesenta representantes tienen la desfachatez de asegurar que representan la voluntad popular de cambio derivada del resultado de las urnas. Son éstos sólo cuatro ejemplos de los múltiples que se dan en toda España. Ha llegado hasta tal punto la desvergüenza de estos corsarios de la política que algunos de ellos, siempre con el PSOE al frente, han presentado y ganado mociones de censura apenas veinte días después de haberse constituido las originarias instituciones. Son los casos del Cabildo Insular de Gran Canaria y del Ayuntamiento madrileño de Leganés, donde los socialistas han protagonizado un abordaje al poder que prostituye la entraña misma de esa figura constitucional denominada moción de censura.

Son muy necesarias, desde luego, las modificaciones de la ley a las que propende el líder del Partido Popular. Pero esta propuesta es indispensable, tanto como impedir en lo sucesivo que partidillos que incluso quieren volar la Constitución y, por tanto, España se aprovechen del poder gracias a la inmoral y sempiterna voracidad sin escrúpulos del partido de Zapatero. Las fórmulas están inventadas. Desde la compleja alemana, a la mayoritaria británica pasando, desde luego, por la eficaz francesa de la segunda vuelta.

En España, aparte de lo dicho, sería sin duda lo más aconsejable que se cumpliera este mandamiento: que siempre gobierne el que gane, o sea, la lista más votada. Con eso valdría para que la estafa no se perpetúe y esta casta de garrapatas políticas y chantajistas de baja estofa actuales huyan con su veneno a otra parte, inhabilitadas para alcanzar el poder por medio de unas elecciones limpias.

En España

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