Menú
Jeff Jacoby

Los musulmanes demandan para que no hablemos

El motivo real de la demanda, me parece a mí, era la intimidación contra cualquiera que estuviera dispuesto a hacer demasiadas preguntas o expresar su preocupación sobre los líderes de la Sociedad Islámica y sus conexiones con el islam radical.

El 29 de mayo, la Sociedad Islámica de Boston se echó atrás, abandonando su demanda por difamación, que había presentado en el 2005 contra diecisiete acusados, entre los que hay periodistas, académicos y grupos de activistas. Su delito había sido expresar su preocupación sobre los líderes de la Sociedad, porque algunos de ellos tenían vínculos con el extremismo yihadista, y sobre los terrenos que la ciudad de Boston les había vendido a un precio irrisorio para construir una mezquita.

La denuncia atribuía a los acusados un comportamiento despreciable: mentir sobre la Sociedad Islámica, atentar contra el honor de personas inocentes y conspirar para privar a los musulmanes de Boston de sus derechos civiles, entre ellos la libertad religiosa. Con que sólo una de las acusaciones fuera cierta, los denunciados merecerían afrontar duras condenas legales y ser rechazados por toda la comunidad. En cambio, la Sociedad Islámica abandonó su demanda sin obtener un centavo. ¿Por qué?

Pues porque las acusaciones eran falsas, claro. Y la investigación previa al juicio –donde se reunían las pruebas a través de citaciones y testimonios bajo juramento– lo estaba demostrando.

Por ejemplo, la Sociedad Islámica aseguraba que las noticias sobre los vínculos de sus líderes con el extremismo islamista "había sido devastadora" para la recaudación de fondos de la organización. "Las donaciones a la Sociedad han decrecido", afirmaba la demanda. En una circular de prensa, la organización lamentaba que la cobertura mediática negativa hubiera llevado a que "las donaciones se detuvieran poco a poco".

Pero en julio de 2005, bastante después de que la cobertura informativa presuntamente "devastadora" hubiera aparecido por primera vez en el Boston Herald y Fox 25 TV, el abogado de la Sociedad Islámica enviaba por correo electrónico al presidente Yousef Abou-alabán un mensaje muy distinto. "La recaudación de fondos ha sido alta y la Sociedad Islámica de Boston dispone de dos millones de dólares en efectivo".

La recaudación de fondos había sido realmente alta. Los documentos incautados durante la investigación revelaron que 4,2 millones de dólares, aproximadamente, habían sido transferidos a una cuenta bancaria de la Sociedad Islámica en New Hampshire entre abril de 2004 y mayo de 2005. Casi todo el dinero procedía de Arabia Saudí. Otro millón de dólares llegó del Banco Islámico de Desarrollo, radicado en Arabia Saudí, a finales de 2005.

Estos vínculos con Arabia Saudí fueron un motivo crucial de preocupación sobre la Sociedad Islámica. La religión estatal de ese país es el wahabismo, una forma de islam radical y beligerante, y como informó la Comisión del 11 de Septiembre, el dinero saudí se utiliza "para extender las creencias wahabíes por todo el mundo, incluyendo mezquitas y escuelas... Algunas organizaciones de financiación wahabí han sido explotadas por extremistas para impulsar su objetivo de yihad violenta contra los no musulmanes."

Pero en su demanda, la Sociedad Islámica había negado cualquier conexión saudí con la mezquita que estaba construyendo en Boston. Decía que había sido objeto de difamación por la "información falsa" de que había recibido dinero "de los wahabíes y/o de la Hermandad Musulmana y/o de otras fuentes saudíes y de Oriente Medio". Como dejan claro las pruebas recopiladas durante la investigación, sin embargo, aquello no era difamación. Era la pura verdad.

Una y otra vez, la Sociedad Islámica solicitó órdenes judiciales para bloquear la difusión de esas pruebas. En un caso, advirtió que publicar determinados documentos "generaría riesgos serios para la seguridad" de los fieles musulmanes, puesto que revelaría los planos arquitectónicos de la nueva mezquita. El tribunal negó esa petición después de que los acusados señalaran que eso no era exactamente un secreto: lo había puesto la propia Sociedad Islámica en su sitio web.

El asunto siguió marchando por este camino. Una tras otra, las reclamaciones y acusaciones de la Sociedad Islámica demostraron carecer de fundamento. Para cuando retiró su demanda el 29 de mayo, estaba claro que no tenía ninguna posibilidad de ganar. Y aún así la Sociedad Islámica dibuja su derrota como una victoria, haciendo notar que la construcción de la mezquita sigue adelante. "Nunca fue por dinero", dijo Mahdi Bray, de la Muslim American Society Freedom Foundation. "Era por libertad religiosa."

El motivo real de la demanda, me parece a mí, era la intimidación contra cualquiera que estuviera dispuesto a hacer demasiadas preguntas o expresar su preocupación sobre los líderes de la Sociedad Islámica y sus conexiones con el islam radical. Las demandas por difamación se han convertido en la táctica favorita de los islamistas, que las presentan con el fin de acallar a quienes los critican. En otro de los documentos mostrados durante la investigación anterior al juicio, el director del Centro Islámico de Nueva Inglaterra aconsejaba a Abou-allaban "obstaculizar" a la Fox 25 mediante una demanda. "Si la Fox se ve demandada por esta noticia – escribió – es obvio que evitará informar más sobre este asunto mientras el caso esté en los tribunales."

Es triste decirlo, pero la intimidación legal funciona. En cuanto se presentó la demanda, Fox 25 y el Herald, en lo esencial, pusieron fin a su investigación sobre las conexiones radicales de la Sociedad Islámica. Otros también acusaron la presión. Cuando el abogado de uno de los acusados fue entrevistado sobre el caso en la radio, la emisora recibido una carta legal intimidatoria procedente del abogado de la Sociedad Islámica, seguida de un requerimiento legal sobre las cintas de la entrevista y las notas de los presentadores del programa. Un periodista independiente que escribió un artículo sobre el caso para The New Republic recibió también una citación.

De modo que el hecho de que la demanda de la Sociedad Islámica no fuera defendible ante un juez no significa que no tuviera el efecto deseado. Sigue habiendo cuestiones muy serias acerca de la mezquita de financiación saudí que se está construyendo en Boston. ¿Seguirán buscando respuestas los periodistas, los políticos y los ciudadanos preocupados? ¿O elegirán en cambio mirar a otro lado, por miedo al riesgo de recibir acusaciones de mala fe y demandas injustificadas?

En Internacional

    0
    comentarios