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Ricardo Medina Macías

Reforma migratoria y política fiscal

La alternativa fiscal a no hacer una reforma migratoria es elevar considerablemente los impuestos y las cuotas de seguridad social y/o que se reduzcan sustancialmente los beneficios a retirados y a los trabajadores inscritos en programas de bienestar.

Una inteligente reforma migratoria podría darle salida al grave problema fiscal de Estados Unidos, pero la miopía de políticos y comentaristas ha impedido que los inmigrantes calificados sean la respuesta al envejecimiento de los otrora bebés de la posguerra.

El envejecimiento de la generación nacida en los años inmediatos posteriores a la Segunda Guerra Mundial no sólo tiene en jaque el futuro de la productividad de la economía estadounidense, sino también a sus precarias finanzas públicas.

El año 2000, Kjetil Storesletten, de la Universidad de Estocolmo y del Centro de Investigación de Políticas Económicas, publicó un trabajo de investigación llamado Sustaining Fiscal Policy Through Immigration (Sosteniendo la política fiscal a través de la inmigración) y difundido por la Universidad de Chicago, que demuestra sólidamente que una reforma migratoria que permitiese a Estados Unidos aceptar cada año 1,6 millones de inmigrantes cabezas de familia de entre 40 y 44 años con calificación laboral media y alta, bastaría para resolver los graves problemas fiscales que enfrenta ese país por el envejecimiento de los bebés de la posguerra.

El trabajo muestra que:

  1. Una apertura migratoria generaría muchos mayores ganancias que pérdidas a las finanzas públicas de Estados Unidos.
  2. Que la reforma migratoria debería crear un sistema semejante al canadiense, de selección por puntos, en los que las calificaciones laborales de los inmigrantes junto con su edad productiva fuesen criterios determinantes.
  3. Que Estados Unidos ganaría mucho si automáticamente otorgase la residencia permanente a los extranjeros doctorados en sus universidades.

La alternativa fiscal a no hacer una reforma migratoria es elevar considerablemente los impuestos y las cuotas de seguridad social y/o que se reduzcan sustancialmente los beneficios a retirados y a los trabajadores inscritos en programas de bienestar.

Los inmigrantes aportan una ganancia neta al sistema fiscal y de seguridad social porque retiran de él menos de lo que aportan y, además, un porcentaje superior al 20% de trabajadores inmigrantes retornan a su país de origen tras haber aportado al menos una década de trabajo, impuestos y cuotas de seguridad social que quedan como beneficio fiscal neto para Estados Unidos.

Sólo la estupidez de políticos y comentaristas, que no ven más allá de sus prejuicios, explica por qué Estados Unidos conspira contra su propio bienestar.

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