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Charles Krauthammer

La solución del 20%

Petraeus se ha ocupado de dos problemas simultáneamente: las milicias chiítas y sus patrocinadores de la Guardia Revolucionaria iraní por un lado y Al Qaeda por otro.

En medio de la pelea de almohadas en el Senado y otros espectáculos relativos a Irak, están sucediendo cosas reales en el país. Son algo más que meros incrementos numéricos de los efectivos norteamericanos. El general David Petraeus y el embajador Ryan Crocker nos han embarcado en un cambio político fundamental y trascendental. Se le podría denominar la solución del 20%.

Desde las elecciones iraquíes de diciembre de 2005, Estados Unidos ha estado esperando a que el Gobierno central de Bagdad aprobase grandes acuerdos nacionales sobre petróleo, federalismo y des-baazificación con el fin de unificar y pacificar al país. El Gobierno Maliki ha demostrado ser demasiado sectario, demasiado débil y quizá demasiado dócil a los intereses iraníes como para ocuparse de la tarea.

Los demócratas basan en esta incapacidad sus motivos para abandonar y largarse del país. No deja de ser una tentación, aunque en última instancia autodestructiva para nuestros intereses. En consecuencia, Petraeus y Crocker han descubierto un Plan B: pacificar el país región a región, principalmente mediante la incorporación de los sunníes a la lucha contra Al Qaeda.

Es lo que ha empezado a suceder en Anbar y Diyala. En primer lugar, porque los de Al Qaeda son extranjeros. Nosotros también, pero –razón número 2– nosotros no somos bárbaros. No amputamos dedos por fumar, ni decapitamos por placer ni matamos chiíes por deporte. En tercer lugar, los objetivos de Al Qaeda no son los de los sunníes. Los partidarios de Al-Qaeda viven para una guerra interminable y un nuevo califato. En última instancia, viven para morir. Los sunníes iraquíes no buscan una cita celestial con 72 vírgenes. Buscan un acuerdo, y quizá la mera supervivencia después de que las tropas norteamericanas se hayan ido.

Es el motivo de que tantos sunníes hayan aceptado la oferta de Petraeus: cuando se unen a nuestra lucha contra Al Qaeda, les damos armamento y apoyo militar. Eso les permite deshacerse ya del cáncer de Al Qaeda. Y más tarde, cuando los estadounidenses acaben marchándose, estarán en mejor situación para defenderse frente al 80% de la mayoría chií y kurda; empiezan a darse cuenta que haberse enfrentado a ella podría haber sido un poco imprudente.

El acuerdo está ciertamente funcionando a nuestro favor. La reciente captura del principal líder iraquí de la filial de Al Qaeda en Irak no es ningún accidente, camarada. Sólo se puede capturas a ese tipo de personas cuando se tiene buena información de inteligencia, y sólo se dispone de buena inteligencia cuando los locales se han pasado al bando contrario a los terroristas.

El lugar de su captura, Mosul, también es revelador. Mosul es el sitio donde ir cuando se te ha expulsado de Anbar y Diyala y no tienes ningún otro lugar seguro donde esconderte. Uno no se aventura a no ser que no tenga otro remedio en el sur puramente chií o en el norte predominantemente kurdo, donde sabes que los locales pan a ir a por ti. La crítica a nuestra estrategia de guerra previa era que estábamos jugando al ratón y al gato: ellos se escapaban de aquí y se reestablecían allí. El plan de Petraeus es eliminar todos los refugios de Al Qaeda.

Esto no es algo sobre lo que suelan hablar los demócratas contrarios a la guerra en el Senado. Pero alguien más cercano a los hechos sí que ha comentado sobre el particular: el legislador chií y consejero próximo de Maliki, Hassán al-Suneid. No está nada contento con la nueva estrategia norteamericana. Se ha quejado amargamente de los acercamientos a los grupos sunníes de Anbar y Diyala. "Son bandas de asesinos", declaró a Associated Press. Petraeus está siguiendo un plan según "una visión puramente estadounidense". Cuán cierto y refrescante. Hemos estado persiguiendo en vano una visión iraquí que dependía de que personas como Suneid o Maliki hicieran la gran oferta. De modo que, ahora, vamos a seguir la visión norteamericana.

"La estrategia que está siguiendo Petraeus podría tener llevar al éxito en el enfrentamiento contra Al Qaeda, pero dejará en Irak una nación armada, una sociedad armada y milicias", dijo también Suneid. De nuevo, está exactamente en lo cierto. Su coalición no querría o no podría desarmar a las milicias. De modo que Petraeus se ha ocupado de dos problemas simultáneamente: las milicias chiítas y sus patrocinadores de la Guardia Revolucionaria iraní por un lado y Al Qaeda por otro.

Durante unos interminables dieciocho meses esperamos que llegara la solución del 80%: que la coalición chií-kurda de Nouri al-Maliki entablara negociaciones con los sunníes. El plan Petraeus-Crocker es la solución del 20%: retirar a los sunníes de la insurgencia dándoles la seguridad y el armamento para luchar contra el nuevo enemigo común: Al Qaeda.

Maliki & Co. temen que estemos armando a los sunníes para una próxima guerra civil. Por lo que podríamos estar creando es un mayor equilibrio de fuerzas que podría actuar como disuasor frente a una guerra civil abierta, e instaría a un acuerdo relativamente pacífico.

En cualquier caso, ése será problema de Irak después de que nos vayamos. Por ahora, nuestro problema es Al Qaeda en el bando sunní y las milicias extremistas en el bando chií. Y estamos haciendo avances suficientes como para preocupar a personas como Suneid. Los demócratas tendrían que escucharle para comprender lo profundamente que está cambiando la situación sobre el terreno y pensárselo dos veces antes de retirar los fondos de esta "visión puramente norteamericana" complicada, sin escrúpulos y esperanzadora.

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