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EDITORIAL

Del Matrix castrista al Gulag venezolano

A la acentuación del delirio castrista, más cercano al guión de una película de ciencia ficción cuyo autor hubieran recurrido al absurdo, que a la realidad, se suma estos días una nueva vuelta de tuerca totalitaria en la Venezuela bolivariana (sic).

El pasado uno de agosto, un año después de su abandono nominal del poder, Fidel Castro aprovechó las páginas del diario Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, para recordar a todos los cubanos quién manda en la isla. Por si las dudas sobre su disposición a seguir ostentando el poder no hubiesen quedado despejadas tras el discurso del 26 de julio de Raúl Castro, cuyas las referencias a la escasez de leche y a la posibilidad de realizar alguna autocrítica fueron convenientemente censuradas en los resúmenes y reproducciones del día siguiente, Fidel asegura  en su peculiar estilo que “cada decisión importante a medida que me iba recuperando era consultada conmigo”.
 
Además, el dictador reitera sus ganas de seguir luchando “sin descanso como lo hice toda la vida” y afirma que “lo prometido se ajusta a la inconmovible realidad: Raúl, el Partido… marchan adelante guiados por el principio inviolable de la unidad”. Para terminar de aguar la fiesta a su pueblo en vísperas de la temporada de Carnaval, única ocasión que les queda a los cubanos para festejar algo, Castro, en su firme propósito de perpetuar la triste quimera a la que ha condenado a su pueblo, denuncia “la turbia y maniática idea de lo que llaman una Cuba democrática, como si aquí cada dirigente se postulara y eligiera a sí mismo”.
 
A la acentuación del delirio castrista, más cercano al guión de una película de ciencia ficción cuyo autor hubieran recurrido al absurdo, que a la realidad, se suma estos días una nueva vuelta de tuerca totalitaria en la Venezuela bolivariana (sic). Más allá de la incesante labor propagandística del chavizmo –VI Cumbre Social, lanzamiento de Tele Sur Venezuela, visita del actor norteamericano Sean Penn- el gobierno venezolano ha anunciado esta semana la creación de una serie de empresas socialistas, algunas en colaboración con Cuba, con la intención de aumentar la producción de alimentos y sustituir importaciones. Para cumplir las ambiciosas cuotas fijadas por el Ministerio de Agricultura, estas granjas modelo se nutrirán de mano de obra proveniente de los llamados “excluidos” por el sistema neoliberal. Casi huelga decir que el Estado venezolano no se ha dignado explicar cómo se llevará a cabo el reclutamiento de los nuevos trabajadores, ni si estos prestarán sus servicios de forma voluntaria.
 
La semejanza de este plan a experimentos similares llevados a cabo en el pasado en la misma Cuba, la Unión Soviética y China, augura la instauración en la Venezuela de Chávez de un sistema de trabajos forzados como culminacion del llamado socialismo del siglo XXI, que tanto se parece a lo peor de los totalitarismos del siglo XX. Día a día, y ante la impasibilidad, cuando no complacencia, de varios gobiernos occidentales, el dictador y sus secuaces, algunos residentes en Madrid y con puesto fijo de profesor en universidades públicas, van dando mayor grosor y consistencia a este nuevo telón de acero que pretenden levantar en el continente. Ante estos hechos, las sonrisas y parabienes dispensados por los sucesivos miembros del Gobierno  en sus visitas a la región constituyen un auténtico insulto a la inteligencia de los españoles y un ultraje a la dignidad de todos los latinoamericanos.

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