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Agapito Maestre

La crisis de Navarra

Por otro lado, no sé qué dice el PP de la forma que está resolviéndose la crisis de Navarra. Sus dirigentes están tan callados que parecen muertos. Creo que esta buena gente confunde la política con deseos piadosos. Pobres.

Ojalá me equivoque, pero, si Rajoy no lo remedia, creo que la crisis de Navarra más pronto que tarde se convertirá en una crisis del PP y UPN. Independientemente del juicio moral que nos merezca el desarrollo de la crisis política de Navarra, o sea, que los políticos tarden más de dos meses en ponerse de acuerdo para elegir a su Gobierno, creo que es imprescindible destacar que sólo Rodríguez Zapatero sale reforzado de este aparente embrollo. No se hagan ilusiones quienes creen que Miguel Sanz sale beneficiado porque el sábado salga elegido en segunda vuelta. Gobernar bajo la amenaza permanente de una moción de censura no es demasiado agradable. Tampoco creo que pueda convocar elecciones anticipadas, una vez que tome posesión de la presidencia de Gobierno, entre otras razones porque el artículo 30 de la Ley básica que rige esa comunidad apenas le ofrece margen para hacerlo.

Por otro lado, no sé qué dice el PP de la forma que está resolviéndose la crisis de Navarra. Sus dirigentes están tan callados que parecen muertos. Creo que esta buena gente confunde la política con deseos piadosos. Pobres. No parece que esta actitud sea la mejor manera de encarar una precampaña electoral. No tiene justificación tanto silencio. Es como si la tarea de oposición se la hubieran entregado al PSOE. Por el contrario, las declaraciones amenazantes de Rodríguez Zapatero al lado de la playa de Castilla, frente al Coto de Doñana, revelan que se siente ganador de la crisis de Navarra. Sí, sí, Rodríguez Zapatero ha conseguido que todos los españoles perciban que gracias a él, gracias a su entera y única decisión, UPN gobernará en minoría en Navarra. El perdedor se ha erigido en garante del ganador. La cuestión es paradójica pero real como la vida.

De paso, como si la forma de hablar de Rodríguez Zapatero ya fuera una amenaza interiorizada por sus súbditos, le advierte al partido de Miguel Sanz, socio del PP en Navarra, que tenga cuidado en sus tareas de gobierno, porque más pronto que tarde le retirará la confianza. "Las cosas", dice muy sentencioso Rodríguez Zapatero, "van a cambiar mucho". Sin duda, tiene razón el presidente del Gobierno; más aún, las cosas ya han cambiado, puesto que incluso los resultados electorales de las elecciones de mayo son percibidos por la mayoría de los españoles de otro modo merced a sus tretas y cambalaches con los nacionalistas. En efecto, mientras el PP no consigue ilustrar a los españoles, el PSOE y Rodríguez Zapatero los engañan con desparpajo.

Rodríguez Zapatero le ha dado la vuelta a datos reales: en primer lugar, ha conseguido, naturalmente con todo tipo de mentiras y con la ayuda de sus medios de comunicación, que millones de españoles olviden que a UPN sólo le faltaron 2.000 votos para alcanzar la mayoría absoluta, o sea, ha persuadido al personal para que vea a UPN como un partido perdedor; segundo, ha logrado, aunque sea al precio de sacrificar a su candidato, que el imaginario colectivo de los españoles contemplase cómo plausible que el partido perdedor, el suyo, pudiera gobernar con los secesionistas de Nafarroa Bai; y, tercero y fundamental, ha conseguido para sí mismo una imagen de defensor de España, que desmentiría de algún modo la crítica decisiva que el PP, con toda razón, viene haciendo de su política entreguista a ETA y otros nacionalismos.

El ganador, pues, de la crisis de Navarra es Rodríguez Zapatero, porque ha hecho olvidar que el PSOE en Navarra representa a muy poca gente, pero, sobre todo, porque ha soltado un poco de lastre de sus pactos con ETA de cara a las elecciones generales. De paso, ha vuelto a dejar claro que en el PSOE sólo manda él. Rodríguez Zapatero sólo quiere obediencias. El partido es suyo y lo utiliza a su antojo.

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