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EDITORIAL

Regàs tiene pavor a la sociedad abierta

Ella ve el periodismo como "una forma de dar a conocer la opinión a los lectores". Es decir, como un medio para alimentar a las masas, hambrientas, perplejas, inermes ante la presencia de otras formas de ver la vida, del maná progresista de cada ocasión.

Rosa Regàs está permanentemente concernida por el compromiso, que es el término que nuestra izquierda utiliza para referirse a su sectarismo y su odio hacia las sociedades abiertas y plurales. Es una huella en su alma que deja ver a cada ocasión que tiene de sincerarse en un artículo, en unas declaraciones, en una intervención en los medios de comunicación, en una entrevista. Recientemente ha dado curso a su "compromiso" sincerándose ante un periodista, al que ha mostrado su dolor porque los evidentes logros de Rodríguez Zapatero no calan en el pueblo porque, ¡ay!, la prensa no es del Gobierno.

Puesto que sus lamentos no tienen ni fin ni consuelo, más allá de pronunciarlos, Rosa Regàs continuó diciendo que, por ventura, cada vez se venden menos periódicos. Como quiera que sus palabras han despertado el lógico revuelo, al parecer poco acorde con su cargo que la directora de la Biblioteca Nacional se congratule de que se lea menos, y que ella es incapaz de calibrar la impresión que causan en un amante de la libertad, las ha precisado, dejando sus malos deseos aún más perfilados y claros. Lo que le alegra es que los periódicos que venden menos sean los de la ultraderecha. Si uno acude a los institutos de audiencias se quedará con la duda de si se refiere al ABC o a El País, aunque sabrá que quedan a salvo de sus deseos La Razón o El Mundo.

Nada hay de esto último, claro está. Ella ve el periodismo como "una forma de dar a conocer la opinión a los lectores". Es decir, como un medio para alimentar a las masas, hambrientas de guía, perplejas, inermes ante la presencia de otras formas de ver la vida, del maná progresista de cada ocasión. Regás sigue aferrada a la idea, desacreditada, de que la cultura lo es todo y que la naturaleza humana no existe; que cada uno puede ser conformado y moldeado al servicio de sus ensoñaciones. Y anhela un modelo de sociedad que no es el que vivimos, en que se adoctrina y alimenta al "pueblo", esa representación paternalista y colectivista que tiene la izquierda de la sociedad, y que el liberalismo ve como una extensa red de relaciones interpersonales creada por individuos libres y responsables; algo que se le antoja a la escritora, como a otros siniestros representantes de la cultura, como un auténtico horror.

La escritora representa perfectamente, en su cándida iniquidad, la concepción sectaria que destila la izquierda en España, que en esto no se distingue de la del resto del mundo, excepción hecha de su mayor contumacia. Considera, y así lo ha declarado, que para ser director de la Biblioteca Nacional es importante compartir su ideología, muestra de la concepción patrimonialista que tiene la izquierda de la cultura.

De lo que no cabe duda es que volverá a sincerarse y a escandalizar a quienes apreciamos la libertad.

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