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Amando de Miguel

Palabras y más que palabras

En la jerga sociológica se ha sustituido el término desviación social (el desviado es el responsable) por el de marginación social (el marginado es la víctima de una situación desfavorable).

Alen C. Franco (Santiago de Compostela, La Coruña) insiste en la significación de soporte, pero en la especial variación de soporte técnico (= ayuda, apoyo humano). Don Alen prefiere decir apoyo técnico para así evitar el anglicismo. Lo que no entiende es por qué hay que añadir lo de “técnico”. Hay muchos abusos de esa palabra. Por ejemplo, “empate técnico” para indicar un “virtual empate” en el sentido de “aproximado”. Desde luego, prefiero “apoyo” a “soporte”. Siempre será mejor apoyarme moralmente en una persona querida que confiar en que me soporte.

José Antonio Fernández (Tres Cantos, Madrid) se une a la crítica que aconseja distinguir entre dos acciones que son parecidas: escuchar y ver. Este es su argumento:

Según esto, uno puede escuchar -con simpatía o con desagrado- lo que está oyendo o incluso puede no oír nada por mucha atención que preste. Sin ir más lejos, a mí me ocurre a veces que por más que intento escuchar el vuelo de ese maldito mosquito que quiere alimentarse con mi sangre, no logro oírlo; y lo peor es que al final siempre me pica. Y al contrario, la ciudad está repleta de ruidos que todos oímos abrumados sin tener la menor intención de escucharlos.

Está clara la distinción. No obstante, en la parla cotidiana se utiliza cada vez más escuchar cuando se trata de oír con asiduidad o atención ciertos programas de la radio. Tanto es así que, cuando algún oyente de la COPE me saluda por la calle no dice “le oigo en las tertulias” sino “le escucho en las tertulias”. Es más, la frase resulta del todo expresiva de esta forma: “le escucho todos los día en las tertulias”. Objetivamente mi amable interlocutor no puede oírme más que un par de veces por semana, pero, si me “escucha”, parece que me oye con especial dedicación. Es una lástima que ya no se utilice la palabra “radioescuchas”; es mucho mejor que “radioyentes”.

Ignacio Despujol y Coloma (Valdemoro, Madrid) me envía una estupenda lista de “adjetivos automáticos”. Selecciono algunos de esos epítetos tópicos:

-       pavoroso incendio

-       largo etcétera

-       sensible pérdida

-       rabiosa actualidad

-       siniestra catadura

-       merecido homenaje

Los epítetos tópicos nos facilitan la conversación. Así no tenemos que pensar mucho.

Marcos quiere saber la distinción entre excepción y desviación. Muy fácil, aunque se trata de una distinción sutilísima. Excepción se refiere a la cosa que se aparta de la regla o la condición general. Es más una posición lógica. Desviación se utiliza más bien como separación física, aunque también se puede aplicar como apartamiento en el plano de la conducta humana. La excepción suele tener un sentido ponderativo, mientras que la desviación en la conducta humana acarrea un carácter afrentoso. Una conducta excepcional es la de un alumno que saca buenas notas. Una conducta desviada es la de un alumno que se “fuma” muchas clases. Ambos se salen de la norma estadística o de la norma esperada. En la jerga sociológica se ha sustituido el término desviación social (el desviado es el responsable) por el de marginación social (el marginado es la víctima de una situación desfavorable).

Agustín Fuentes me ilustra con una larga misiva en la que se contienen los significados múltiples de esa palabra comodín que es cojones y sus derivados. Sintetizo la profusa lista:

-       acojone (= miedo cerval)

-       pasarse algo por el forro de los cojones (= no hacer caso)

-       y los cojones de un mico (= rechazo de una petición)

-       ponerse los cojones por montera (= actitud de desprecio)

-       intentar subírsele a uno a los cojones (= intentar chulear a uno)

-       tener los cojones pelados (= extremo conocimiento o experiencia)

-       ¡cojonudo! (= desesperación, cabreo, alivio, decepción resignada, desmayo ante la perspectiva de una bronca, satisfacción inesperada)

-       tener los cojones como los de los tigres, pequeñitos y pegados al culo (= valentía)

-       le pesan mucho los cojones (= por ser bajito)

J. Evaristo Fernández (Asturias) me envía un recorte de este titular del Sunday Times: “Charisma won’t bring power, David. You need cojones too”. Bien llegado sea ese hispanismo al inglés. Como todo el mundo sabe, los “cojones” casi nunca aluden a los “testículos”. Qué curioso lo de los “testículos”, es decir, los “pequeños testigos”.

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