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Ignacio Villa

La incapacidad de Zapatero

Rodríguez Zapatero, lejos de condenar los radicalismos nacionalistas, lejos de criticar los ataques a la libertad y a España, se ha dedicado a jugar y a bromear en su mitin de Gavá.

La actuación mitinera de Rodríguez Zapatero este domingo en Gavá ha confirmado lo que ya sabíamos todos. Por increíble que parezca, este Gobierno es incapaz de poner orden, es incapaz de hacer respetar la ley y es incapaz de defender a España y a los españoles. El presidente del Gobierno sigue empeñado en hacernos creer a todos que estamos en un mundo de felicidad, fabricado por su óptima gestión, en el que nunca pasa nada. O, mejor dicho, un mundo en el que por definición nunca puede pasar nada.

Los ataques a la democracia, a la bandera y a la alcaldesa de Lizarza son un ejemplo claro de lo dicho. La quema de la imagen de los Reyes en Gerona es otro. Son consecuencias de la situación política provocada por Rodríguez Zapatero. Dos historias de máxima gravedad, pero que para el Gobierno socialista se reducen a reacciones habituales de los radicales que no suponen ninguna novedad ni poseen mayor relieve. Es cierto que la actitud nacionalista de ofender a la libertad y a la democracia no es nueva, pero la pasividad, la torpeza y la complicidad silenciosa del Ejecutivo central sí lo son.

Rodríguez Zapatero, lejos de condenar los radicalismos nacionalistas, lejos de criticar los ataques a la libertad y a España, se ha dedicado a jugar y a bromear en su mitin de Gavá. El presidente del Gobierno, incapaz de rectificar o de ejercer las obligaciones a las que le obliga su cargo, ha pasado de puntillas por la quema de imágenes de los Reyes en Gerona o los ataques de Lizarza a la democracia española. Se ha limitado a refugiarse, como en tantas otras ocasiones, en un monólogo simplón, faltón, infantil y ridículo. Zapatero se defendió asegurando que para el PP él tiene la culpa de todo, afirmando que si España no ganara el Europeo de baloncesto también le acusarían de ser el responsable. Ya nada de lo que dice el presidente del Gobierno sorprende, pero no deja de ser obligado reseñar una vez más la frivolidad con que trata los problemas más graves de España.

Nadie puede entender y mucho menos explicar que el jefe del Gobierno todavía no haya dicho absolutamente nada sobre lo ocurrido en Lizarza o en Gerona. Zapatero no ha gobernado en todo este tiempo y no parece que vaya a empezar ahora, a seis meses de las elecciones generales. Ha conseguido, eso sí, lo más complicado: poner patas arriba la España constitucional, demoler la estabilidad institucional y humillar sistemáticamente la nación española. La gravedad de lo ocurrido en estos tres años y medio se muestra ahora en sucesos como los de Lizarza o Gerona, que son simplemente el resultado de una política atroz contra España, destructiva como pocas.

Estamos ante la incapacidad de Zapatero de ejercer el poder, de actuar como presidente y de gobernar, con todo lo que eso implica. A la incapacidad habitual de Zapatero ahora le añade el silencio. Un silencio cómplice, que encubre su nula capacidad de gestión política. Tres años y medio de desastres permiten predecir que aún nos quedan muchas sorpresas desagradables antes de que se celebren las elecciones generales.

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