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Juan Carlos Girauta

Disculpe... ¿que se marche quién?

Estos supuestos amigos, obligados como están a defender a los catalanes y vascos que nos sentimos y proclamamos españoles, confunden groseramente a Cataluña y el País Vasco con sus sectores nacionalistas

Frunzo el ceño cuando oigo a un progre echar mano del término "separadores" para contraponerlo al de "separatistas". No se me escapa su aviesa intención: estamparnos un eje de coordenadas en toda la cara y colocarse ellos, bien centraditos, en el medio. Subidos a nuestras narices. Y desde tan cómoda posición, culpar a cuantos denunciamos los excesos del nacionalismo, soberanismo, independentismo (o como quieran ustedes llamar a la anti España) de los mismos errores de lo denunciado... pero por el otro extremo.

Por eso, lo peor que se le podía ocurrir a nadie que defienda cabalmente la idea de España, inseparable de la libertad, es darles la razón a los aviesos y convertirse, de verdad, en separador. Nos dicen (sí, a nosotros, pues catalanes y vascos somos): "¡Márchense! Convoquen ese referéndum de autodeterminación y olvídense de España. Luego pidan su ingreso en la Unión Europea. Y aténganse a las consecuencias."

Iba a escribir que estoy tan lejos de esos supuestos defensores de mi Nación como de los nacionalistas. No. Estoy más lejos. A años luz de la Esquerra y de CiU, disto aún más de quien se atreva a alimentar la hoguera de la traición. Estos supuestos amigos, obligados como están a defender a los catalanes y vascos que nos sentimos y proclamamos españoles, incurren en esta múltiple aberración:

  1. Confunden groseramente a Cataluña y el País Vasco con sus sectores nacionalistas, abundando en la interesada sinécdoque que inauguró, con gran éxito, el pujolismo.
  2. Preparan la admisibilidad, por hartazgo, de unos referendos ilegales que atentan contra la unidad del único sujeto soberano, el pueblo español, y con ello vuelven a favorecer lo que critican, ya que una vez celebrado el primer referéndum, la secesión llegará tarde o temprano. Indefectiblemente.
  3. Justifican las continuas acusaciones de anticatalanismo o antivasquismo con las que los nacionalistas, desde el poder autonómico y municipal, nos hostigan, nos desamparan y nos asfixian. Y justifican su encogimiento de hombros ante la violencia.

Sepan ustedes, separadores con todo el merecimiento del título, que no son más españoles que nosotros. Acaso menos. Parece mentira que haya que pasar por esto tras tantos años de señalar (el índice se nos está quedando tieso) a los liberticidas locales con simétrico argumento: Ustedes no son más catalanes que nosotros, ustedes no son más vascos que nosotros, etc. ¿Cómo se atreven a frivolizar con nuestro destino? ¿Qué pretenden? ¿Desarmarnos en el fragor de la infamia?

En España

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