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Amando de Miguel

Errorcillos divertidos

– Señor ministro, son las 10 de la mañana. En este preciso momento todos los niños de Francia están en clase de Historia. Hoy les toca Luis XIV.

Francisco Lavado Bautista me coge en un gazapo al decir yo que la tramontana, el bochorno o el terral, en la vertiente mediterránea española, son "vientos del Este". Es claro el error. Más bien son vientos del Oeste y en algún caso del Sur. Son vientos muy molestos, especialmente en verano. Durante siglos las predicciones meteorológicas se basaban fundamentalmente en la comprensión de los vientos. Hemos perdido esa ciencia.

Blanca (Estados Unidos) me señala una corrección. Donde yo puse preempty war es realmente preemptive war (= guerra preventiva). Tiene razón doña Blanca. Gracias le sean dadas.

Juan Tariña documenta que en A Coruña y Ferrol se utiliza cachar como "la acción de sorprender a alguien haciendo algo generalmente prohibido o vergonzoso. Podrá observar que guarda cierta semejanza semántica con el inglés to catch". Añado que el verbo to catch en el slang norteamericano equivale, entre otras cosas, ver una película o asistir a cualquier otro espectáculo. Pero no veo bien la relación con el cachar gallego. No me consuela la interpretación de que estemos ante una herencia léxica de los ingleses en La Coruña y que en su día fue bastante notable.

En la España rural cachar es arar la tierra de tal modo que se lleva la reja por el medio de cada uno de los lomos de un surco para que la tierra se abra y se oree. También equivale cachar a arar el primer surco, el de besana. De modo más general, en el castellano tradicional, cachar era hacer pedazos una cosa. De ahí cacharros, el nombre que reciben las vasijas de barro un tanto desportilladas. En algunos países americanos cachar vale "pillar, sorprender, enterarse", en la línea de la acepción coruñesa descrita por don Juan. Una vez más, los dialectos se emparentan.

Matías Canales me corrige y hace bien. Fonctionnaire se escribe así en francés. Así lo consigno, más que nada porque los cuerpos de funcionarios son un invento francés. Se recuerda la historia del alto funcionario francés que llama a la puerta de su jefe, el ministro de Educación, para darle el parte:

– Señor ministro, son las 10 de la mañana. En este preciso momento todos los niños de Francia están en clase de Historia. Hoy les toca Luis XIV.

Iñaki Domaica considera mi apreciación de que España ocupa el 14º o 15º lugar en la lista mundial del PIB en términos absolutos. Don Iñaki es así de contundente: "Está equivocado. En España siempre estamos fluctuando entre los lugares 8º y 10º". Hay que matizar esa observación. Desde luego, España no es la 8ª potencia económica del mundo, como suele decirse. Por delante de España, con valores del PIB absoluto durante los últimos lustros, se han situado al menos una decena de países. Cuando dispongamos de los datos para 2007 lo más probable es que el PIB de China, Irán, Canadá, Brasil y la India sobrepasen el nivel español. La razón fundamental es que todos esos países cuentan con una población que se expande más rápidamente que la española, a pesar de la reciente crecida inmigratoria de nuestro país. Así pues, aun suponiendo que el famoso G-8 (los siete países más ricos del mundo más Rusia) se ampliara al G-12, tampoco podría incluir a España. Estaríamos más tranquilos si fuera el G-15.

Antonio Peñarrubia Ibáñez registra la expresión del ministro de Cultura con ocasión de la destitución de Rosa Regás. Vino a decir el ministro que "la citada señora había hecho público el robo de los mapas muy a pesar suya". Se pregunta don Antonio si no debería haber dicho "muy a pesar suyo". En efecto, la palabra "pesar" es masculina, por lo que se podría haber dicho "a pesar de ella", "a su pesar", o "a pesar suyo". En cambio, chirría un poco lo de "a pesar suya". Pero, en fin, el ministro de Cultura es una autoridad literaria y quizá valga mucho su opinión.

Alfredo Sandorar, "fiel seguidor de LD, en sus dos versiones" apunta algunos fallos léxicos. Por ejemplo, la expresión "punto y final". En efecto, está mal dicha. Debe decirse "punto y aparte", "punto y seguido", pero "punto final". Otra. En LD dijeron "volatibilidad" en lugar del correcto "volatilidad". Don Alfredo supone que es una corrupción del inglés volatibility. Pero me parece que esa voz no existe en inglés, donde se dice volatility. Así pues, lo de "volatibilidad" es simplemente una pasada.

Raimundo Espiau está leyendo un libro sobre la Guerra del Chaco y encuentra esta frase: "Causas que otorgó el Paraguay para el inicio de la guerra". Don Raimundo opina que sería mejor decir: "Los hechos realizados por Paraguay sirvieron de argumento para el inicio de la guerra". Mi opinión es que así se mejora el texto, pero quedaría aún mejor: "Razones que alegó el Paraguay para declarar la guerra". A propósito, se trata de una de las guerras más disparatadas del mundo. No hay más que ver la desproporción de fuerzas entre los dos bandos: el pequeño Paraguay frente a la suma de Argentina, Uruguay y Brasil.

José María Navia-Osorio apunta la queja de Víctor de la Serna, en la COPE, sobre lo inadecuado de la expresión "en blanco" para referirse al insomnio. Según don Víctor (que sabe idiomas), lo de "pasar la noche en blanco", como sinónimo de "pasar la noche en vela" es un galicismo y una confusión con "quedarse en blanco". Añade don José María: "¿usted qué opina?". ¿Pues qué voy a opinar, señor mío? En blanco significa muchas cosas: sin dormir, sin actividad, sin recordar o sin pensar nada, sin hacer ningún tanto en el tenis. Hay expresiones parecidas. Dice Cervantes que a don Quijote "se le pasaron las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio". Puede que lo de "pasar la noche en blanco" sea un galicismo, pero el parentesco con "de claro en claro" le da un certificado de autenticidad. Es muy expresiva la asociación entre "no dormir en toda la noche" y todas las demás expresiones con "en blanco" (= ausencia de algo). Por otra parte, el que una palabra sea un galicismo no me parece una buena razón para rechazarla. Precisamente, el idioma español tiene una gran vitalidad por su capacidad para importar voces de otras lenguas. Claro que el inglés es todavía más hospitalario.

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