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Jeff Jacoby

Consintiendo a la extrema izquierda

En el mismo día en que Petraeus estaba convocado para empezar a dar parte de su tan esperado informe sobre el progreso de la guerra ante el Congreso, MoveOn.org publicó un anuncio a toda página en el New York Times llamándole embustero

Poco después de las elecciones del 2004, el director ejecutivo de MoveOn.org envió a sus miembros un correo electrónico anunciando a los cuatro vientos su recién adquirida influencia sobre el Partido Demócrata para el que, decía, "donantes de las bases" como ellos habían recaudado 300 millones de dólares. "Ahora es nuestro partido – se jactó Eli Pariser –. Lo hemos comprado, es neestra propiedad, y lo vamos a retomar."

En aquel momento, las palabras de Pariser pudieron parecer una fanfarronada. ¿El partido político más antiguo de la nación se iba a poner a bailar al son que toca una organización tan radical como MoveOn.org , un colectivo famoso, entre otras cosas, por haber colocado una vez en su página web videos presentando al presidente Bush como la encarnación de Adolf Hitler?

El caso es que bien entrada la campaña presidencial de 2008, los alardes de Pariser ya no son tan fáciles de desestimar. Considere la reacción de importantes demócratas a las calumnias que MoveOn.org publicó hace un par de semanas contra el general David Petraeus, el mando norteamericano de más alto rango en Irak.

En el mismo día en que Petraeus estaba convocado para empezar a dar parte de su tan esperado informe sobre el progreso de la guerra ante el Congreso, MoveOn.org publicó un anuncio a toda página en el New York Times llamándole embustero y acusándole de traicionar a su país.

"General Petraeus or General Betray Us?", titulaba en enorme tipografía. Acusaba al general de cuatro estrellas, uno de los mandos militares más admirados de la nación, de "cocinar la realidad para favorecer a la Casa Blanca". En lo que respecta a los ataques para destruir su imagen, fueron tan pueriles como despreciables. Pueril en su ridiculización del nombre del general –que recuerda a la inmadura pulla de Joe McCarthy al senador J. William Fulbright como Half-Bright (medio inteligente)– y despreciable por la imputación de traición contra un académico-militar condecorado que ha llevado el uniforme con distinción a lo largo de tres décadas.

En tiempos, los políticos americanos se adherían, al menos en teoría, el principio de que la política en tiempo de guerra tenía sus límites. El discurso político hoy ha pasado a ser tan tóxico que algunos políticos están encantados de explotar un insulto como el de MoveOn.org. "Nadie quiere llamar [a Petraeus] embustero en la televisión", dijo anónimamente un senador demócrata al diario de Washington Político unos cuantos días antes de que Petraeus diera testimonio. "Lo que esperamos es que colectivos externos lo harán por nosotros". MoveOn.org no les decepcionó.

En su favor hay que decir que algunos demócratas y progresistas prominentes condenaron los insultos de MoveOn.org. El ex alcalde de Nueva York Ed Koch dijo que MoveOn.org era "vil" y animó a "la gente decente (...) a salir en defensa del general". El prestigioso David Broder, del Washington Post, afirmó que el anuncio era "vergonzoso" e "inmaduro". El presidente del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, Carl Levin, de Michigan, fue igualmente claro: "Totalmente inapropiado. No hay lugar para ese tipo de ataques personales contra nuestros militares."

Pero de los demócratas que compiten para convertirse en el próximo comandante en jefe sólo hemos obtenido cobardes evasivas.

"¿Pensó usted que el anuncio de MoveOn.org sobre el general Petraeus fue inapropiado?", preguntó la moderadora Charlie Rose a la senadora Hillary Clinton en un encuentro online de candidatos patrocinado por Yahoo y el Huffington Post. Su respuesta, que no lo fue: "Creo que deberíamos centrarnos en cuál es aquí el problema. El problema es un presidente que tiene una política que huye del encuentro con la realidad."

Al plantearle la misma pregunta, el senador Barack Obama también se escondió. "Seré honesto con usted – disimuló –. No me interesan tanto los motivos o la responsabilidad que puedan tener el general Petraeus o el embajador en Irak, Ryan Crocker, como aquello de lo que es responsable el presidente: la misión que ha asignado a esas personas. Yo creo que la misión es un fracaso."

Aún más estúpida fue la respuesta de John Edwards, que dijo no saber nada del anuncio: "Lo siento, no lo he visto. Así que es difícil que diga nada sobre él."

El único candidato presidencial demócrata que no tuvo miedo de desautorizar a MoveOn.org fue el Senador Joseph Biden. Preguntado en Meet the Press, respondió directamente: "No lo comparto. Es un hombre honorable. Está diciendo la verdad."

De modo que a esto es a lo que se ha visto reducido el Partido Demócrata: a temblar y vacilar por miedo a ofender a los extremistas de extrema izquierda. ¿Realmente no tienen idea Clinton, Edwards y Obama del aprecio que la mayor parte de los americanos tienen a los oficiales del ejército como Petraeus? (De Gallup: "El ejército sigue siendo la institución más valorada entre los norteamericanos, con el 73% diciendo que tiene mucha o bastante confianza en él"). ¿No aprendieron nada del "chiste malo" que terminó de poner fin a las esperanzas presidenciales de John F. Kerry? ¿Es tan importante para ellos conservar la buena disposición de MoveOn.org que mirarán para otro lado cuando la integridad de un distinguido general americano es imprudentemente puesta en duda?

"Si no son lo bastante fuertes como para repudiar un anuncio calumnioso e indignante como este, entonces no sé cómo pueden ser lo bastante fuertes como para convertirse en el presidente de los Estados Unidos", dijo un indignado John McCain el otro día. No hace falta ser republicano para pensar lo mismo.

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