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Antonio Robles

El catalanismo es eso que critica La Vanguardia

Ese "soberanismo de corte maniqueo, con frecuencia maleducado e hiriente, que envenena las relaciones de Catalunya con España" no es una consecuencia del cambio climático; nació del catalanismo victimista construido por Jordi Pujol.

El pasado lunes, 24 de septiembre de 2007, La Vanguardia se atrevió con un editorial que me atrevo a calificar de histórico. Por primera vez, un diario del régimen catalanista desautorizó sin contemplaciones la espiral de victimismo, soberanismo y chulería de la sociedad nacionalista catalana. Tan certero análisis en el editorial de un diario que tanto ha colaborado para que cristalizara lo que precisamente ahora critica no deja de ser paradójico. ¿Por qué creer a un periódico que tanto ha hecho por satanizar las vidas de quienes desde hace años venimos escribiendo con nuestras propias vidas los excesos y exclusiones catalanistas?

Es reconfortante ver transcritos ahora pasajes idénticos a los que escribíamos hace 13 años, pero por los que entonces fuimos excluidos de la vida social. Recordemos alguno: "No es de recibo exigir a España que reconozca su realidad plurinacional y plurilingüística y, a la vez, no reconocer esa misma diversidad en Cataluña" (El Periódico de Catalunya, 15/07/1994). Así nos defendíamos entonces en un intento inútil de librarnos de la descalificación de fachas por haber subscrito el manifiesto por la tolerancia En castellano también, por favor (1994). Y dicen ustedes ahora: "Este soberanismo visceral acostumbra a reclamar del Estado español, con grandes aspavientos, el pleno reconocimiento de la pluralidad interna, pero es incapaz de reconocer, siquiera de respetar, la enorme pluralidad que anida en la compleja y cambiante sociedad catalana."

A la vejez viruelas. No sabe cuánto agradecemos su valentía al hacerlo. Pero con eso no basta. Se disculpan del crimen, pero salvan al culpable. El crimen se relata en el texto sin mascarilla, pero dejan libre al responsable en el título: Eso no es catalanismo.

Pues miren, no. Si hay algo que sea la causa de lo que critican es precisamente el catalanismo. No nos hagan comulgar con ruedas de molino como durantes siglos ha practicado la Iglesia cada vez que se ha excluido de los excesos de algunos de sus jerarcas aduciendo que no es ella sino la naturaleza débil de la carne. O como ha pasado con el comunismo. No fracasaba éste sino la praxis. ¡Benditos incautos!

Con el titular de La Vanguardia pasa lo mismo. La sociedad catalana actual es íntegramente la consecuencia del catalanismo. Para bien y para mal. Mas bien para mal.

Ese "soberanismo de corte maniqueo, con frecuencia maleducado e hiriente, que envenena las relaciones de Catalunya con España" no es una consecuencia del cambio climático; nació del catalanismo victimista construido por Jordi Pujol, paso a paso, desde los años ochenta. Primero a través de la lengua, después con el cuento de las balanzas fiscales, pero siempre buscando diferencias con España, manipulando escuelas y medios de comunicación para conformar la realidad a la ficción romántica del catalanismo. Y todo permitido, difundido y defendido por diarios del oasis. Es la historia de pequeñas y repetidas mentiras contra los afectos y lazos familiares con el resto de España, la historia de una persistente erosión del imaginario español en Cataluña a través de miles de detalles diarios nunca denunciados, siempre justificados, como el desprecio a los símbolos constitucionales o la agresión a la jefatura del Estado.

Ha sido precisamente por la quema de la foto de los Reyes que saltan ustedes ahora. Antes tuvieron ocasión de denunciar la limpieza lingüística de rótulos, enseñas y símbolos donde estaban presentes la lengua de Cervantes o los colores constitucionales; antes tuvieron ocasión de denunciar las vejaciones a los derechos de los trabajadores que, por no tener la fluidez necesaria en catalán, fueron excluidos de puestos directivos o simplemente expulsados como ahora ha ocurrido con dos periodistas de TV3; antes tuvieron ocasión de denunciar el fracaso escolar de miles de niños, hijos de obreros todos, por los excesos de la inmersión y no lo hicieron; antes tuvieron ocasión de oponerse al acoso de profesores que se negaron a colaborar con la intoxicación nacionalista; antes tuvieron ocasión de denunciar a esas brigadas de catalanistas, nacionalistas e independentistas que rompían y tachaban las señales de tráfico de las carreteras, impedían ejercer el derecho a impartir clases o dar conferencias en el recinto de las universidades, haciéndose dueños de sus instalaciones con el consentimiento de las autoridades académicas y trayendo a filoterroristas del País Vasco como si fueran consumados intelectuales.

Durante todo este tiempo les hubiera bastado con no hacer nada. Con eso hubiera sido suficiente, pero se empeñaron en colaborar con el catalanismo que hoy nos asfixia. Estaría bien que, además de criticar los excesos, identifiquen la causa del mal. ¡A ver si tienen agallas!

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