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Agapito Maestre

De Besteiro a Zapatero

Toda la era Zapatero es una locura. Políticos que cobran sus sueldos de España, pero no se consideran españoles; un Gobierno que se solidariza con los maltratados, pero que pasa de que se cumpla la ley contra los criminales

El PSOE que va de Besteiro a Zapatero, o sea, de la decencia a la locura, pasa a veces por situaciones divertidas. Quizá sea verdad, como mantienen algunos, que el Gobierno ya no se controla ni a sí mismo. Desde luego a quien no controla, aunque algunos crean que esto está planificado hasta con letra pequeña, es a sus socios de Entesa Catalana de Progrés (senadores del PSC, Ezquerra e ICV), que han exigido en el Senado que el Rey deje de ser el Jefe Supremo de los Ejércitos. El argumento esgrimido por los socios de Zapatero es sencillo: "No se puede admitir en democracia que el máximo rango militar se otorgue en función del nacimiento y no de capacidad". Es de risa. No les falta razón a esta gente, pero por lo mismo ellos jamás habrían tenido representación parlamentaria, pues ninguno de esos senadores serían nada si hubieran nacido, políticamente hablando, al margen de esas formaciones políticas, que les da cobijo la propia forma de Estado que es la monarquía parlamentaria.

El pasado mítico de esos partidos, muchísimos más falsos, que la monarquía parlamentaría, no les da ningún derecho a cuestionar a quienes les da la vida política. En todo caso, ese tipo de esperpento político no puede comprenderse sin reconocer que vivimos un cambio de régimen político. Hay miles de personas, especialmente entre las élites políticas, que no quiere verlo. Se engañan y, además, empiezan a ser tan peligrosas como quienes nos han llevado a esta situación. No querer hacerse cargo del contexto de locura política que vive España, en realidad, de locura totalitaria liderada por el Gobierno socialista, es la mejor manera de imitar la inmoralidad que ha presidido la política de Zapatero: derribar el régimen desde dentro. Por lo tanto, creo que más atrabiliario que las barbaridades que vivimos, muchísimo más penoso, es no querer enterarse de las mismas.

Todavía hay gente que no se atreve a verbalizar el asunto. No quieren oír hablar de inestabilidad institucional. Pobres. No se enteran de que estamos ya en una fase avanzadísima de un nuevo régimen político que no soporta oposición alguna. Estamos en las antesalas de un sistema político cerrado y oscuro por la desaparición del Estado-nación, España, que está dejando reducido ya al adversario político a enemigo estigmatizado. Vivimos las primeras consecuencias demenciales del régimen instalado por Zapatero, pero hacen como si no pasara nada. Vale.

Toda la era Zapatero es una locura. Políticos que cobran sus sueldos de España, pero no se consideran españoles; un Gobierno que se solidariza con los maltratados, pero que pasa de que se cumpla la ley contra los criminales; concejales socialistas que proclaman la Tercera República, pero juraron su cargo ante una Constitución monárquica; y por si no teníamos suficiente, un jefe de Gobierno autonómico, Montilla, dice que no se somete ni a su partido, el PSC, o sea, ha puesto en cuestión el sistema de partidos políticos, pero el personal no le da importancia. País...

Julián Besteiro, que fue el más decente socialista durante la Guerra Civil, aguantó en Madrid. No salió de huída. Entregó la nación al vencedor después de una lucha terrible y trágica. ¿Será Zapatero el encargado de entregar lo que queda de España a la faramalla nacionalista o tendremos que esperar la subida al poder de Pérez Rubalcaba?

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