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Amando de Miguel

La cruz del nacionalismo

En España decimos a veces "castellano", más que nada porque lo de "español de España" parece una broma. También reconozco que muchos españoles dicen "castellano" para no tener que pronunciar "España" y sus derivados. No es mi caso.

José Luis Martín Tordesillas me envía un largo memorial sobre la cuestión batallona de la independencia de algunas regiones españolas. Su opinión es que la independencia no está tan mal como lo que realmente quieren los separatistas: la "independencia subvencionada" por el resto de los españoles. Estoy de acuerdo; también en la actitud de hasta-ahí-podríamos-llegar. Añado que, para exigir democráticamente la independencia, tendrían que votarla la mayoría de los españoles, no solo los de la parte secesionista. La solución me parece imposible, a no ser que se plantee una guerra. No está Europa para guerras ni la Magdalena para tafetanes.

Francisco García Fernández opina que no es justa la voz "independentistas" para los que aspiran a separarse de España. Razona así:

¿No sería más correcto llamarles secesionistas? ¿No estarán ellos ganando la primera batalla al hacerse llamar independentistas? Que yo sepa España no ocupó ni las provincias vascas ni las catalanas, aunque ellos digan que sí, sino que han formado parte de España y contribuido a su formación y desarrollo.

Está bien lo de "secesionistas" o "separatistas". En efecto, lo de "independentistas" se debe aplicar más bien a las colonias. El País Vasco o Cataluña no han sido nunca colonias; más bien han dominado y siguen dominando al resto de España. No hay más que ver la gran proporción de tiempo que dedican los medios nacionales a los asuntos relacionados con Cataluña o el País Vasco. La cuestión se traduce después en euros. Esas dos regiones siguen recibiendo un gran "pellizco" de las inversiones públicas, las que pagan todos los españoles. Es el remate de más de un siglo de proteccionismo, la política perdurable que ha beneficiado especialmente a esas dos regiones. Ahora los "separatistas" vascos y catalanes quieren desgajarse de España, pero para seguir mandando ellos y además gozar aún más de la continua subvención del Estado español.

Álvaro Vivar (Madrid) se lamenta de que el presidente Zapatero diga que "Barcelona es una de las capitales más importantes de Europa" cuando tenía haber matizado que "Barcelona es una de las ciudades más importantes de Europa". No me parece atinada esa crítica. Señala el Diccionario de Manuel Seco que capital es la "ciudad en la que residen los organismos de la administración de un estado u otra división territorial". Es claro que Barcelona aparece administrativamente como la capital de Cataluña. Es más, desde el ángulo sociológico, Barcelona destaca por contener más población de la que se puede asignar estadísticamente por ser la capital de Cataluña. La prueba es que tiene un tamaño desmesurado en relación a las ciudades que le siguen en Cataluña según la jerarquía poblacional. La explicación de esa anomalía es que Barcelona ha venido funcionando realmente como la otra capital de España por la concentración de servicios de todo orden (financieros, culturales, etc.). El drama de la Barcelona hodierna es que va a abandonando ese papel para contentarse con ser solo capital de Cataluña. En cuyo caso a la Ciudad Condal le sobra tamaño. En otras circunstancias, la celebración de los fastos conocidos como "la Copa del América" (pues se refiere a un yate famoso) tendrían que haberse celebrado en Barcelona, no en Valencia. Pero la capital de Valencia va recobrando un renovado auge. ¿Cuántos periódicos digitales se emiten desde Barcelona? Casi todos los españoles están en Madrid, y ese hecho no es producto de una decisión del Gobierno de España. Es de lamentar que Barcelona sea cada vez más provinciana. Yo he vivido diez años en Barcelona y me he sentido muy a gusto. Creo que, de repetir la experiencia, me llenaría de tedio o de asco.

José Gutiérrez (Barcelona) añade un dato más al interminable memorial de agravios contra el nacionalismo:

En esta permanente cruzada contra el castellano a la que nos tienen acostumbrados algunos representantes políticos en Cataluña parecía que lo habíamos visto todo, pero resulta que no. El ayuntamiento de Gerona ha puesto muy alto el listón del esperpento lingüístico. El consistorio ha anunciado su intención de "combatir el impacto de las canciones en castellano que proliferan en la zona de ferias de la ciudad". Como primera medida, el ayuntamiento gerundense instalará en el recinto de atracciones un hilo musical que excluirá totalmente los temas con letra en castellano. Y además controlará la lengua que se utiliza en las paradas de venta de castañas. Tal como suena. ¿Hasta dónde quieren llegar algunos políticos en Cataluña, embarcados en esta obsesión enfermiza contra el castellano que roza en lo ridículo? Por cierto, la alcaldesa de Gerona no es de ningún partido nacionalista, sino del PSOE.

Velvetpac sostiene que "Catalunya, Euskadi, Nafarra y Galiza son naciones con una cultura propia, con una historia común e incluso con un lenguaje propio". En cambio, España es una entelequia basada "en una Monarquía impuesta, una Constitución generada desde el miedo y una (in)transición que se ha engrandecido para esconder sus carencias". Bien, mi idea es aproximadamente la contraria de la que farfulla el señor o la señora Velvetpac. España es una nación con prescindencia del régimen monárquico y de la actual Constitución. Podría ser una República con una Constitución muy distinta, pero seguiría siendo España. También podría dejar de serlo, pues nada es eterno. Pero nadie puede borrar mil años de Historia. Las Historias de Cataluña, Vascongadas, Navarra y Galicia resultan ininteligibles si no se ven como partes de la Historia de España. También las de Baleares, la Comunidad Valenciana y las demás regiones-autonomías-naciones (táchese lo que no corresponda). La vitalidad de la nación española es tal que cuenta con el sentimiento de muchos españoles que no quieren serlo o con el de muchos extranjeros que ahora se incorporan a España.

Pilar Pato (La Coruña) me cuenta que su hijo de 12 años le preguntó: "¿Por qué en los juegos a nuestro idioma lo llaman español y nosotros lo llamamos castellano?". Es una razón histórica. El español nació en Castilla, aunque en la parte que es hoy propiamente País Vasco o Rioja. Pero en seguida ese nuevo romance se abrió camino con fuerza, se expandió por otros reinos y luego en muchas tierras de ultramar. A partir de ahí se llama mejor "español", porque va unido a la Historia moderna de España y porque es el único idioma en que se entienden (o no se entienden) todos los españoles. Pero el español de España es solo un dialecto del español fundamentalmente americano, constituido, a su vez, por muchos otros dialectos. Para reconocer ese hecho, en España decimos a veces "castellano", más que nada porque lo de "español de España" parece una broma. También reconozco que muchos españoles dicen "castellano" para no tener que pronunciar "España" y sus derivados. No es mi caso.

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