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Cristina Losada

La increíble conjura contra Zapatero

La única conspiración contra la victoria de Zapatero que hay en marcha es la que ha cocinado él mismo durante la legislatura. Metieron todos esos ingredientes en la olla y sólo era cuestión de tiempo que la pócima empezara a salir a borbotones.

El mismo día en que Ibarretxe le ponía fecha a su referéndum sobre la autodeterminación, la número dos del Gobierno se expresaba con singular dureza. No contra el lehendakari, hombre de paz, sino contra su enemigo predilecto. "No les voy a dar ninguna satisfacción a quienes de forma ruin y miserable utilizan la bandera, al Rey y a los nacionalismos para atacar incluso al presidente Zapatero. Para todos los que hacen eso, mi desprecio", dijo entonces De la Vega. ¡Atacar incluso al presidente Zapatero! Pobrecillo. Tal abuso es verdaderamente intolerable en una democracia al modo y manera en que la conciben ZP, María Teresa o Ibarretxe, por mentar sólo a tres de los que padecen la misma ignorancia voluntaria a fin de salirse como sea con la suya. En todo caso, ahí queda el contraste. Al caudillo de la tribu que amenaza con la secesión se le escucha. Al partido que defiende el marco constitucional y la nación, se le insulta y desprecia. Nada nuevo.

Claro que la amargura que contenían las palabras de la vicepresidenta es comprensible. A Zapatero se le está agriando el camino a las elecciones. Hay una confabulación para impedir que vuelva a ganarlas. Tiene que haberla para que ahora, sólo a meses de las generales, el retrato robot del país de ZP presente rasgos a cada cual más inquietante. La pinza denunciada desde medios minoritarios se queda corta. Esto es una hidra o un pulpo gigante. Están los secesionistas que queman la foto del Rey boca abajo en Cataluña, los consejeros y los alcaldes socialistas que los dejan hacer, los alcaldes y gobernantes socialistas que rechazan la bandera española, los ayuntamientos socialistas que votan por la III República, los proetarras que no cesan y los socios preferentes o de gobierno de los socialistas que anuncian consultas para la autodeterminación de aquí a la eternidad.

Los Sabios de Sión no están ciertamente a la cabeza de esta conjura. La mano negra es una cofradía menos ilustrada. Es el grupo que se dedicó a deslegitimar la Transición y a plantarse en la República; el que promovió nuevos estatutos que quebraran la Constitución que ahora enarbola; el que declaró discutible la nación española, el que reconoció un derecho a decidir de los vascos, el que instó a torcer la ley para contentar a ETA y el que alentó la deriva nacionalista del PSOE. Es el grupo que ahora se hace llamar, por si las dudas, Gobierno de España. Pues la única conspiración contra la victoria de Zapatero que hay en marcha es la que ha cocinado él mismo durante la legislatura. Metieron todos esos ingredientes en la olla y sólo era cuestión de tiempo que la pócima empezara a salir a borbotones.

Y ahora, lo que les molesta, les encocora y les repatea, como transparentaban las palabras de la vicepresidenta, no es la inestabilidad que han provocado, ni el clima de incívica revuelta, ni la rebelión de Ibarretxe, sino el perjuicio electoral que pueda ocasionarles el desencadenamiento precoz de la tempestad que sembraron. De ahí que la consigna para capearla, tildada de estrategia por los benévolos, consista en la invención de esa magna conjura que abarca desde los antes citados hasta los sospechosos habituales. Los secesionistas y los socialistas, el PP, la COPE y los obispos, todos juntos, revueltos y conchabados para ponerle a ZP un suelo de carbones ardientes de aquí a los comicios. Cuando se sabe que la planta del pie del presidente no está hecha para pruebas de fuego.

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