Menú
EDITORIAL

Touriño, Quintana y su finquita gallega

Pueden hacer –y hacen– lo que quieran sin importarles lo más mínimo que sean comportamientos antidemocráticos e indecorosos para un representante público.

Galescolas donde se adoctrina a los niños desde su más tierna infancia en los prejuicios y la cortedad de miras del nacionalismo. Supuestas herencias genéticas de una pretendida raza superior celta. Vueltas ciclistas a España en las que no sale por ningún lado la palabra España. Irregularidades continuas en los servicios públicos de radio y televisión, transformados en indecentes chiringuitos del BNG y el PSOE, en ese orden. Amenazas por teléfono a un periodista porque éste no sabía con quien estaba hablando. Los mayores incendios que se recuerdan, cuya autoría intentan colgar a las espaldas de la oposición. Demagogia, abuso de poder, normalización a machamartillo y toneladas de propaganda. Esto es, en resumen, todo lo que ha dado de sí el bipartito gallego en sus dos años largos de mandato.

El uso de un camión cisterna de Protección Civil para llenar la piscina de una consejera, la socialista Maria José Cáride, es uno más de los despropósitos que perpetra todos los meses el Gobierno autonómico gallego. Un Gobierno que llegó al poder utilizando como reclamo la honestidad y anunciando el fin del caciquismo. Lo cierto es que los de Touriño y Quintana han sustituido la primera por fanatismo y el segundo lo han corregido y aumentado hasta límites intolerables. A los nuevos amos de Galicia, cuidados con suma delicadeza por la prensa local, adicta en su práctica totalidad al gabinete social-nacionalista, no hay quien les tosa. Pueden hacer –y hacen– lo que quieran sin importarles lo más mínimo que sean comportamientos antidemocráticos e indecorosos para un representante público. La región les pertenece, y eso ya se encargan de dejárnoslo claro a cada día que pasa.

En España

    0
    comentarios