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Emilio J. González

El mundo ideal de las estadísticas

La vivienda está bajando, pero las estadísticas jamás incluyen dichos recortes sino que se siguen elaborando sobre la base de los precios iniciales, con lo cual no están recogiendo la realidad del sector.

El Ministerio de Vivienda intenta exorcizar el fantasma de la crisis en el sector con las últimas estadísticas de precios, según las cuales el precio medio de la vivienda se incrementó el 5,3% durante el último trimestre. Para el departamento de Carme Chacón, esto significa que se está produciendo un "aterrizaje suave" de los precios y que, por tanto, no se puede hablar de crisis. A todos nos gustaría que las cosas fueran, efectivamente, como dice el Gobierno. Por muy críticos que seamos con él, nadie desea que se produzca crisis de ningún tipo que siempre tiene costes elevados en términos de empleo. Lo malo es que, sabiendo como se confeccionan esas estadísticas, no hay más remedio que dudar acerca de si realmente están reflejando la verdad del sector.

Los precios que recogen las estadísticas son los que anuncian los promotores o los vendedores de pisos en el momento de sacarlos a la venta. Sin embargo, en estos momentos se está produciendo un fenómeno que alerta sobre las dificultades del sector y que no aparece reflejado en los datos oficiales. Para poder cerrar ventas, los promotores están teniendo que negociar con los compradores el precio final, que empieza a estar en torno a un 10% por debajo del ofertado. En consecuencia, la vivienda está bajando, pero las estadísticas jamás incluyen dichos recortes sino que se siguen elaborando sobre la base de los precios iniciales, con lo cual no están recogiendo la realidad del sector. Esta se aprecia en la ampliación a un año del plazo para vender un piso desde su finalización, cuando dos o tres años atrás se vendían sobre plano, o en la reaparición de los pisos piloto.

De esta forma, las estadísticas están proporcionando una visión distorsionada de la realidad del sector, ahora que otros datos, como el consumo de cemento o el empleo en el sector, vienen avisando de que pintan bastos para quien ha sido el motor del crecimiento económico de los últimos años. Esta distorsión de la realidad, no obstante, también se ha producido durante el boom de la vivienda y ha contribuido a alimentar la escalada de precios, por un simple efecto simpatía: las estadísticas recogían los precios de salida, sin tener en cuenta posibles descuentos y los resultados autoalimentaban nuevas subidas.

Todo esto ya se ha acabado excepto en dos ámbitos: el estadístico y el gubernamental, este último demasiado interesado en mantener hasta las elecciones el espejismo de que la economía española está muy bien cuando la realidad dice todo lo contrario. Por ello, para quien quiera saber qué está pasando realmente con la vivienda y sus posibles implicaciones, lo mejor es que se dé un paseo por las calles y vea la proliferación de carteles de pisos en venta, la reaparición del piso piloto, etc. Eso es lo que callan las estadísticas.

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