Menú
EDITORIAL

Mentira sobre mentira

Sólo cabe una opción: ilegalizar ANV sin más dilación. Ya no existe una sola excusa para permitir que 437 concejales que la ETA considera suyos sigan ensuciando el nombre de los ayuntamientos en los que ejercen.

La negociación entre los hombres de Zapatero y la banda terrorista ETA es una de las mayores felonías cometidas por un Gobierno español en muchas décadas. Esto es algo de lo que antes no albergábamos muchas dudas pero que ahora, tras las revelaciones del diario El Mundo, hemos comprobado con desazón y amargura que estábamos en lo cierto. El Gobierno se embarcó en una aventura vil e incierta con una recua de criminales. Aventura que corrió pareja a una infame espiral de mentiras y ocultaciones para mantener a la ciudadanía engañada en todo momento. Consiguieron durante el proceso correr una tupida cortina de humo mientras se daban golpes en el pecho hablando de paz, pero al final todo ha salido a la luz, porque, y esto debería haberlo supuesto el Gobierno, quien se sienta con indeseables termina, más tarde o más temprano, pagando la factura de su propia arrogancia.

Lo peor es que a las conversaciones iniciadas en 2005 se oponían casi todos los españoles y ni siquiera figuraban en el programa electoral del PSOE –por lo que no eran del agrado ni de sus propios votantes–, lo que no supuso obstáculo alguno para que el presidente sacase adelante sus delirantes planes de llegar a un acuerdo con la banda mediante la táctica de la cesión sistemática. Y así desde el primer minuto de la primera reunión entre los representantes de una nación democrática y de Derecho y un grupo de delincuentes que se habían arrogado la representación de todos los vascos y navarros. El discurso con el que Zapatero anunció el comienzo de la negociación es el patético símbolo de aquella indecencia disfrazada de diálogo. Aquellas palabras que pronunció el presidente en sede parlamentaria estaban, al menos en parte, dictadas por la propia ETA, lo que ya constituye uno de los momentos más vergonzosos de la Cámara Baja en su siglo y medio de Historia.

A pesar del maximalismo de los etarras, que no consienten otra "paz" que la suya, Zapatero siguió transigiendo con más y más concesiones impensables sólo unos meses antes. Asumió el lenguaje que le es propio a la banda y al nacionalismo más ultramontano, mantuvo los contactos a pesar de que la ETA había reventado el aparcamiento de Barajas con dos personas dentro y, fiel a su línea de rendición incondicional a cambio de un titular, ofreció a los etarras la reedición de Batasuna bajo unas nuevas siglas que, esas sí, podrían participar en las elecciones municipales de mayo de este año dinamitando de paso y de facto la Ley de Partidos. Aunque los hechos sean tozudos y el Gobierno se niegue a reconocer el alcance de sus propios errores, lo que no pueden negar es que ANV, es decir, Batasuna reinventada, cuenta con 437 concejales en el País Vasco y Navarra. No debe olvidarse que la banda asume como propios estos concejales, esto es, que los toma como su brazo político, el brazo político que perdió gracias a la Ley de Partidos y que Zapatero restituyó a los asesinos en mala hora.

Así las cosas sólo cabe una opción: ilegalizar ANV sin más dilación. Ya no existe una sola excusa para permitir que 437 concejales que la ETA considera suyos sigan ensuciando el nombre de los ayuntamientos en los que ejercen. Si el Gobierno no toma cartas en el asunto y hace todo lo posible por poner al margen de la Ley a una organización hecha a la medida de la ETA no nos quedará más que concluir que es la propia ETA la que dice la verdad, y que el Gobierno mantiene su protección sobre ANV, una criatura política en cuyo alumbramiento el Ejecutivo de Zapatero tuvo mucho que ver. La última mentira de una interminable cadena de mentiras está a punto de saltar. Del Gobierno depende convencernos de lo contrario.

En España

    0
    comentarios