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GEES

Ley de degradación militar

La pérdida de expectativas profesionales, la desmotivación y la ralentización de los ascensos son sólo algunas de las consecuencias de esta Ley que ha puesto a nuestros militares en pie de guerra.

"Que un soldado de España pueda llegar a general". Con estas palabras durante la Pascua Militar, el ex ministro de Defensa José Bono intentaba explicar cuál iba a ser el objetivo de la Ley de la Carrera Militar. Veinte meses después, el polémico e injusto proyecto de ley acaba de recibir el visto bueno del Pleno del Senado. Polémico porque recibió 421 enmiendas en el Congreso y 129 en el Senado. Injusto e incluso humillante porque así lo consideran los oficiales, los suboficiales y los militares de Tropa y Marinería de nuestras Fuerzas Armadas, algunos de los colectivos más perjudicados por esta ley.

Nació como la iniciativa legislativa más importante de la cartera de Defensa del actual Gobierno, pero Alonso presentó un texto cerrado sin "buscar el consenso de la sociedad y de los partidos políticos" como prometió su antecesor. En vez de hacer una ley que regulara los derechos y los deberes fundamentales de los militares –una de las promesas electorales del actual partido del Gobierno– han preferido desvirtuar a las Fuerzas Armadas y a la enseñanza militar.

La nueva ley contempla una reducción del total de los efectivos de las Fuerzas Armadas y redimensiona los cuerpos; unifica escalas discriminando a los oficiales y suboficiales de la antigua escala media; modifica el sistema de ascensos de una forma que provocará un enorme atasco a la hora de ascender; incluye una polémicas reglas de comportamiento; establece un nuevo modelo de enseñanza que obliga a obtener una segunda titulación mediante la adaptación a la estructura universitaria prevista en los acuerdos de Bolonia, lo que no hace sino degradar la enseñanza militar al no reconocer los estudios en las academias generales. ¿Y todo esto cuanto va a costar? El proyecto de Ley de la Carrera Militar no va acompañado de ningún estudio económico.

La pérdida de expectativas profesionales, la desmotivación y la ralentización de los ascensos son sólo algunas de las consecuencias de esta Ley que ha puesto a nuestros militares en pie de guerra. Además, el escaso debate y la poca repercusión que ha tenido no hacen sino demostrar a las Fuerzas Armadas que cada vez importan menos a nuestra sociedad. Son lo únicos funcionarios del Estado a los que se les exige que den su vida por cumplir una misión, y así se lo pagan. Con esta ley no cabe duda de que ningún soldado llegará a general.

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