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Pío Moa

Torrente, el héroe socialista

Quitando la fraseología y simbología con que su director se empeña en identificar políticamente al personaje, nada cuesta imaginarse al propio director, a los titiriteros en general o al Gobierno en el papel de Torrente.

He estado viendo cosa de media hora de Torrente 2. La película tiene algunos detalles graciosos pero en conjunto su humor es tan chocarrero y falto de inteligencia que se entiende su éxito en la España del botellón y la telebasura. Sin embargo no carece de algunos valores evidentes, como exposición descarnada de unas actitudes cada vez más extendidas.

¿Qué actitudes? El protagonista aparece como "el héroe español", asimilado al "facha", caricaturizado de forma grotesca, y sin embargo con un fondo de verdad que percibimos cada día: se trata de un personaje hedonista (muy hedonista), macarra (muy macarra) y chorizo (muy chorizo), cualidades tan en alza en la sociedad española. Falla, en cambio, su adscripción a los "fachas", cuando las vemos reflejadas, de forma teórica y práctica, precisamente en las conductas socialistas. Quitando la fraseología y simbología con que su director se empeña en identificar políticamente al personaje, nada cuesta imaginarse al propio director, a los titiriteros en general o al Gobierno en el papel de Torrente. Ellos son Torrente, y han ofrecido una caracterización de sí mismos espléndida en su estilo, incluyendo su sal ultragorda. Torrente es, en realidad, el héroe socialista.

Entre los socialistas hay de todo, como en cualquier grupo humano, pero los Torrente, los Prieto o Negrín, los González, Guerra o Zapatero, siempre se han impuesto en el partido sobre los Besteiro y sus discípulos. Me venía esto a la cabeza según repasaba algunos trozos de Años de hierro, mi nuevo libro sobre los años 40 en España, y comparaba la actuación de los socialistas y los comunistas en aquella dura etapa. Los comunistas, a pesar de sus aspiraciones, imponen respeto por su espíritu de lucha en las condiciones más adversas, cuando el fusilamiento constituía un final muy probable de su carrera clandestina.

De los socialistas no cabe decir lo mismo: pasivos en el interior, se dedicaban en el exilio a pelearse por los tesoros sacados de España, expoliados muy literalmente a todos los españoles, hasta a las familias pobres que empeñaban sus escasas pertenencias de valor en los montes de piedad (esto es puro Torrente). Conviene leer los documentados libros de Olaya para conocer los niveles casi inverosímiles de la corrupción socialista durante la guerra, hasta con la compra de armas-chatarra a altísimos precios y comisiones, pagados con su sangre por los soldados del frente, muchos de ellos también socialistas.

Debe reconocerse a nuestrostorrentesdos hazañas considerables: consiguieron pasar por honrados ("Cien años de honradez") gracias al olvido de la historia por la población española; y a continuación han logrado torrentizar a buena (mala) parte de esa misma población. A su modo torrentesco, pueden sentirse satisfechos. Y sin embargo nadie ha dirigido una película que, con alguna finura, cante proezas tales, buen indicio del páramo artístico en que ha decaído el país.

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