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Juan Carlos Girauta

Mentiras bermejas

Pues mire, Bermejo, si nos ponemos así, su prensa afín ha mentido como nadie y su fiscal ha fracasado en el capital cometido de aclarar la autoría intelectual, concepto que ha dejado de tener sentido para la izquierda sólo después de la sentencia.

Bermejo parece haber luchado contra su padre antes de luchar contra la legalidad y la división de poderes. Edípico ser que añade a las consignas desesperadas del PSOE sus propios ingredientes envenenados. Al intento de reeditar en 2008 el golpe político mediático con que cuatro años antes se capitalizó la tragedia del 11-M, incorpora el ministro de Justicia novedades pintorescas, como traer a colación los "negocios" de José María Aznar.

De Aznar se había dicho de todo, pero ni los más desmelenados soplagaitas se habían atrevido a poner en duda su honradez. Hasta que han soltado a Bermejo. De ahí sí deberían huir los socialistas como de la peste, parafraseando a ese dechado de sinceridad y buenas intenciones llamado Rubalcaba. ¿Ignora Bermejo que la razón principal de la derrota socialista de 1996, junto al GAL, fue la entrada a calzón quitado en el erario, el tráfico de influencias, las comisiones ilegales, la extorsión de empresas, los convolutos, los pellones, los frigoríficos para visones y todo el muestrario imaginable de apropiaciones indebidas, malversaciones y chollos?

Añorando acaso el incendio civil que organizó el PSOE –con todo un candidato a la presidencia propagando personalmente la falsedad de los terroristas suicidas–, se refiere Bermejo a "tres días de mentiras en que se intentó engañar a un país entero". Aquí el único engaño fue, y sigue siendo, el de Z y Rubalcaba, pues no miente un Gobierno que ofrece sin filtrar toda la información de que dispone. Tanta mentira había en el Gobierno Aznar que los recién condenados por la Audiencia fueron detenidos bajo su batuta.

La fiscalía de Bermejo, por el contrario, ha cosechado un fabuloso fracaso a pesar de la inestimable ayuda de El País, con aquella portada de 12 de septiembre de 2004 ("Los autores del 11-M mantenían lazos con la cúpula de Al Qaeda"), y aquel gran titular de 29 de septiembre de 2006 ("La autoría intelectual corresponde a la insurgencia iraquí y Al Qaeda", reproduciendo un informe policial), y aquella otra portada que tergiversaba una traducción –para más inri falsa–, de 9 de junio de 2004 ("El 11-M fue un proyecto mío", sobre la foto de El Egipcio), y aquella otra gran foto del mismo individuo hoy absuelto, de 27 de febrero de 2007, bajo esta alucinante información: "La marca indeleble de El Egipcio. Una señal en la frente y una grabación desvelan su fanatismo religioso y su relación con el 11-M").

Si al Gobierno bermejo de Z le asistiera la buena fe, concluiría que todo el mundo se ha equivocado en algo, salvo eventuales novedades derivadas de los inminentes recursos y de futuras investigaciones. Pero prefiere escupir sobre el PP y tres medios. Pues mire, Bermejo, si nos ponemos así, su prensa afín ha mentido como nadie y su fiscal ha fracasado en el capital cometido de aclarar la autoría intelectual, concepto que ha dejado de tener sentido para la izquierda sólo después de la sentencia.

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