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Amando de Miguel

Las lenguas privativas de algunas regiones españolas

El aludido saltó como picado por un tábano y gritó que su nombre era "Josep Lluis". No creo que esté justificado ese arrebato. Precisamente el uso lingüístico es que se traduzcan algunos nombres propios de figuras eminentes de habla no española.

Eduardo Fungairiño ha rastreado un estupendo artículo de Miguel de Unamuno, escrito en 1931, que concluye así: "Es de esperar que, una vez desaparecidos los procedimientos de centralización burocrática, todos los españoles, los de todas las regiones, nosotros los vascos, como los demás, llegaremos a comprender que la llamada personalidad de las regiones –que es en gran parte, como el de la raza, no más que un mito sentimental– se cumple y perfecciona mejor en la unidad política de una gran nación, como la española, dotada de una lengua internacional."

José Miguel Velasco sostiene que "el idioma español va a desaparecer en Cataluña si no se hace nada por evitarlo". La situación del área metropolitana de Barcelona es la de "un seccionamiento horizontal: ámbito adulto mayoritariamente en castellano y ámbito infantil exclusivamente en catalán". La consecuencia es como sigue: "Lo terrible no es la acción del sistema educativo por evitar el contacto de los niños con el español. Lo terrible es la adopción de esa práctica en las familias. Es alucinante pasearte por zonas donde nadie habla catalán y a la que ves a alguien con un niño cogido de la mano es cuando oyes el catalán (un catalán de chiste, porque es gente que se esfuerza en utilizar una lengua que no es la suya). Después de muchos años de observación, para mí es obvio que se puede hablar en Cataluña del fin de
la transmisión generacional del español. No existe una política de contrarrestación de la propaganda oficial nacionalista con una contrapropaganda efectiva. No existe ni siquiera, en el mundo de los opinadores no nacionalistas, una comprensión certera de las claves y las líneas maestras de la propaganda nacionalista, a partir de la cual se podría diseñar esa contrapropaganda tan necesaria."

Añado un contraste maravilloso: lo bien que habla Artur Mas el castellano y el catalán y lo mal que habla el castellano y el catalán el presidente José Montilla. Paradójicamente, el castellano se va a conservar en Cataluña por una minoría de la clase acomodada de toda la vida, catalanoparlante e instruida. En cambio, el castellano se perderá en la mayoría de origen foráneo, que tampoco escribirá con soltura el catalán. En definitiva, en Cataluña la lengua seguirá siendo un criterio de estratificación social, lo que de forma algo pedante se llama diglosia.

Son muchos los libertarios que me comentan el ridículo que hizo José Luis Carod-Rovira cuando, en un programa de televisión, una señora se dirigió al cáustico político catalán como "don José Luis". El aludido saltó como picado por un tábano y gritó que su nombre era "Josep Lluis". No creo que esté justificado ese arrebato. Precisamente el uso lingüístico es que se traduzcan algunos nombres propios de figuras eminentes de habla no española. Así, Carlos Marx o Renato Descartes. En nuestro tiempo no decimos "el Príncipe Charles de Inglaterra" sino "el Príncipe Carlos de Inglaterra". En el caso del eximio político catalán, uno apostaría a que fue bautizado como "José Luis". En español decimos: respira por la herida.

Iñigo Martínez sostiene que "euskera es un término del español [puesto que] forma parte del diccionario de la Real Academia Española". Añado que el DRAE recoge tanto euskera como eusquera, éuscaro o vascuence (= lengua vasca). Curiosamente, incorpora el coloquialismo de "vascuence" como "aquello que está tan confuso y oscuro que no se puede entender". Reitero mi opinión de que el término vascuence (o vasco) es mucho más respetuoso con la lengua privativa de los vascos que el de euskera o similares cuando se habla en español. Los idiomas internacionales admiten una fácil traducción. Así, hablamos del francés, inglés, ruso, etc. En cambio, decimos swhahili o suajili sin intentar traducirlo al español, al ser un idioma resueltamente étnico. Mi impresión es que lo vasco tendría más entidad urbana si dijéramos "País Vasco" o "Vasconia" en lugar de Euskadi, o bien "vascuence" en lugar de euskera. Es difícil olvidar el carácter eminentemente rural que tiene el vascuence. Recordemos que en ese idioma la calificación de "elegante" se dice dotore. Claramente, la elegancia se ve como algo que poseen las clases ilustradas, las que tradicionalmente venían de fuera.

Susana Molledo (vasca y euskaldunberri) confiesa: "No entiendo qué problemas tienen algunos paisanos míos con usted. Yo no detecto en sus escritos ningún odio contra la lengua vasca; simplemente creo que describe –muy acertadamente, además– un escenario: la tramona utilizada por los nacionalistas para escenificarnos el cuento infantil de Navarra Villoslada. Por cierto, ¿por qué dice usted que Aitor es Dios en castellano? Tal vez sea alguna ironía que no he llegado a captar. Lo más parecido a Aitor que yo conozco es el verbo aitortu, que significa confesarse". No es una ironía; es un error mío.

Me explico y rectifico. Aitor no equivale a "Dios" sino al nombre (inventado por el lingüista romántico Agustín Chaho) del supuesto "padre de los vascos". Sería, pues, el equivalente de Adán en la tradición bíblica. Lo del cuento infantil de Navarro Villoslada quizá se refiera a la novelaAmaya, o los vascos en el siglo VIII. Fue el primer libro gordo que yo leí cuando tenía 9 años, y realmente me fascinó. No insisto en lo más obvio, que no es posible odiar una lengua, aunque sí amarla. Amor es lo que siento por el vascuence, como parte de la cultura española, que es la mía. Otra cosa es que el nacionalismo lingüístico, y en particular el vasco, me parezca algo corto y estrecho, es decir, ridículo. Y eso mejorando lo presente.

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