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Isabel Durán

Rajoy, el futuro

Su mensaje tiene una carga adicional ya que llega precisamente cuando miles de familias y millones de ciudadanos acusan el golpe de la subida espectacular de precios de productos básicos y de las hipotecas sin apenas expectativas de solución

El líder del Partido Popular se ha dado un baño de multitudes y ha presentado ante 10.000 personas las líneas maestras de su programa para la próxima legislatura. Un Rajoy sereno, solvente, moderado y con apuestas firmes de futuro ha presentado su proyecto estrella: una profunda reforma fiscal por la que todos los trabajadores y pensionistas que ganan 16.000 euros al año o menos no pagarán el IRPF. Es decir, el PP se presenta a las elecciones con un auténtico banderín de enganche para más de siete millones de personas que se verán premiadas con la propuesta del jefe de filas de la calle Génova. ¡Bingo!

Rajoy ha hecho los deberes. Su mensaje tiene en estos momentos una carga adicional ya que llega precisamente cuando miles de familias y millones de ciudadanos acusan el golpe de la subida espectacular de precios de productos básicos, de las hipotecas sin apenas expectativas de solución o de alternativas por parte de un Ejecutivo feliz en sus parámetros macroeconómicos y presupuestos irreales que no ha sido capaz de tomar una sola medida económica desde que llegó al poder, hace ahora casi cuatro años.

Frente al Gabinete monclovita que ve cómo sus mensajes falaces chocan con el muro de la realidad económica del día a día de los españoles llega un proyecto popular con alternativas reales. Y no sólo en cuestiones que afectan a los bolsillos sino las más fundamentales sobre el futuro de la nación española.

Rajoy ha presentado certidumbres y seguridades para una España maltratada por Z y sus socios. Propone la reforma urgente de la Constitución para acabar con la subasta de transferencias a las comunidades autónomas; un nuevo consenso para definir un núcleo básico de competencias del Estado que amplíe hasta dos tercios la mayoría necesaria para aprobar las reformas que afecten al bloque constitucional; la garantía "por ley" del derecho a utilizar y aprender el castellano en todas las etapas del sistema educativo en todos los rincones de España y, la propuesta al Parlamento de una declaración institucional con el compromiso de que no existirá ninguna negociación política con ETA.

Afortunadamente para los españoles, la irresponsable política del presidente Z tiene en Rajoy un valladar que puede ser respaldado por una mayoría de ciudadanos deseosos del restablecimiento de unos valores y principios acordes con la Constitución y no sustentado en quienes quieren acabar con ella. Esperemos que el próximo 9 marzo Rajoy represente el futuro y Rodríguez Zapatero una triste pesadilla del pasado.

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