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La débil voz de la Trini

El Gobierno español, que parece que no sabe apenas nada de Iberoamérica, al menos podría saber algo más de culebrones. Chávez es un buen venezolano y estirará la crisis lo que le dé la gana siempre y cuando le venga bien.

Los culebrones en Venezuela se saben cuando empiezan, pero no cuando acaban, pues los guionistas estiran cuanto pueden el argumento si con eso logran mayores audiencias. El Gobierno español, que parece que no sabe apenas nada de Iberoamérica, al menos podría saber algo más de culebrones. Chávez es un buen venezolano y con tal de agitar su imagen en los medios estirará la crisis abierta durante la cumbre iberoamericana de Chile lo que le dé la gana siempre y cuando le venga bien.

Chávez sabe, además, que el Gobierno de Rodríguez Zapatero es débil y que no se atreverá a tomar represalias contra su actitud de vulgar matón. La prueba está en que tras asegurar –¿amenazar?– con que habrá una congelación de las relaciones con España hasta que nuestro monarca no pida disculpas, ha tenido como respuesta una conversación telefónica entre la flamante secretaria de Estado Trinidad Jiménez y el embajador venezolano en Madrid, para que vaya a visitarla y le explique exactamente qué quiere decir "congelación de relaciones". Un gesto audaz que muestra lo débil de su fortaleza. Mientras todo el mundo en España pide la retirada de nuestro embajador allí, en protesta clara sobre el flujo de insultos y amenazas chavistas, el Gobierno sólo quiere una aclaración.

No es el Rey quien debe dar disculpa alguna. Al contrario, ha llegado el momento en que sea el Gobierno quien retome las riendas de la política exterior española. Si de verdad hubieran hecho sus deberes, el Rey no habría tendido que salir en nuestra defensa; lo habrían hecho otros de dentro del continente americano. No sería la primera vez. Pero para eso hace falta algo que la diplomacia de Zapatero y Moratinos no tiene: interés y credibilidad.

Es el Gobierno el responsable de cerrar esta crisis y defender los intereses españoles, incluidos los de nuestros inversores en aquel país. Y ya estamos viendo lo que se consigue con el famoso "talante": nuevos capítulos protagonizados por el matón Chávez. ¿Por qué no responde el Gobierno con igual intensidad?

Hay una cosa que debería haber hecho ya: si la relación se ha congelado por parte venezolana., el Gobierno español debería dar por finiquitada la más que criticable venta de buques de guerra y otro material bélico a Chávez. Este es el momento ideal para salvar la cara de un contrato, por lo demás, impulsado por Bono, cuya naturaleza deja de ser transparente y honesta. Todo lo demás se queda en un cafelito en el despacho de Trinidad Jiménez. ¡Qué gran reacción!

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