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Carlos Semprún Maura

¿Realismo o tontería?

Cabe preguntarse seriamente si para reanudar relaciones comerciales, industriales y energéticas con Libia era necesario recibir a ese pirata como a un sultán de las mil y una noches.

Cualquier persona con dos dedos de frente (especie en vías de extinción) estaría de acuerdo en considerar que cuanto más amplias sean las relaciones comerciales, industriales y financieras (las armamentistas, es más delicado), y menores los aranceles y las cuotas, mejor sería para el desarrollo económico mundial y, por lo tanto, para el bienestar general. Una vez sentada esa perogrullada, la actualidad, diosa ciega, me impone hablar de la visita oficial del asesino Gadafi a París.

Sabido es que Nicolas Sarkozy tiene el culo de mal asiento y que no cesa de viajar y entrevistarse con jefes de estado: Bush, Putin, Hu Jintao, Buteflika, Chávez, etc. Ahora recibe a Gadafi. Algunas de estas visitas o reuniones presidenciales son tradicionales, como las que se producen en el seno de la Unión Europea, por ejemplo, con Angela Merkel o Durao Barroso. Calificarlas de positivas es harina de otro costal, pero no son escandalosas. Pero cabe preguntarse en qué mundo vivimos cuando, después de haber sido insultado por un ministro argelino por ser "casi" judío, el supuesto monigote del lobby judío mundial se traga el sapo y proponga una unión mediterránea, cuyo eje sería franco-argelino, como el eje de la UE es francoalemán. Nos dicen que mediaban contratos millonarios, como en China, como en todas partes salvo en Estados Unidos. ¿Qué tecnología puede ofrecer Francia a los EEUU, aparte de sus quesos?

La visita oficial de Gadafi, asesino más o menos jubilado, que llegó a París este lunes, está levantando ampollas. Muchas son embusteras o hipócritas, pero cabe preguntarse seriamente si para reanudar relaciones comerciales, industriales y energéticas con Libia era necesario recibir a ese pirata como a un sultán de las mil y una noches. Porque aunque aparente haber cambiado de métodos, sigue luchando abiertamente a favor de la islamización total de Europa y hace unos días, en Lisboa, justificó una vez más al terrorismo como "arma de los débiles" y se felicitó por el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York.

Está visto y comprobado que en política la chequera cuenta más que la moral para los gobiernos, pero el pueblo (o sea, los electores) es más díscolo y le importan símbolos como la bandera, la ética y lo que se define hoy como "derechos humanos". Los gobiernos franceses han firmado acuerdos con Hitler y Mussolini; De Gaulle lo hizo con Stalin y Mao; Chirac con quien fuera. Sadam Hussein y Arafat fueron considerados como héroes, tanto por la izquierda como por la derecha gaullista francesas.

Los aspavientos de la oposición sociata y sus amiguetes a la visita de Gadafi expresan opiniones que comparto, pero al mismo tiempo, y como siempre, son de una mala fe supina. Cuando fingen indignarse porque Gadafi justifica el terrorismo, hay que recordar que ese "argumento" existía en los libros de texto escolares en tiempos del Gobierno Jospin, junto a afirmaciones tan objetivas como que el ejército israelí se dedicaba a matar niños palestinos. Pero bueno, lo cierto es que, si bien no es la única, la visita de Gadafi es una vergüenza para Francia, "la patria de los derechos humanos" y del licenciado Vidriera.

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