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EDITORIAL

Mentiras, hipocresía y calentamiento global

A la vista de los resultados de la cumbre de Bali, resulta difícil entender las albricias de la ministra Narbona, y más aún la insistencia del Presidente del Gobierno en hacer de la doctrina del IPCC el eje de su programa electoral

"Un primer paso crucial". Así resume el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el acuerdo alcanzado en la cumbre de Bali. Un compromiso que según Yvo de Boer, Secretario Ejecutivo del evento, "ha logrado un equilibro real entre las naciones industrializadas y los países en vías de desarrollo". Sin embargo, algunas organizaciones no gubernamentales ya han expresado sus quejas: Amigos de la Tierralamenta que el mapa de ruta diseñado en Bali "carece de destino". Por su parte, Greenpeace ha aprovechado la ocasión para atacar al gobierno de los EE.UU. de quien su director ejecutivo, Gerd Leipol dice que "relega la ciencia a una nota a pie de página".

Las felicitaciones provienen de varios hechos aparentemente distintos, pero que constituyen caras del mismo poliedro: la firma de los EE.UU., la promesa de ayuda financiera y tecnológica de los estados más ricos a los pobres y la adopción de una actitud precavida ante los controvertidos informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

En primer lugar, cabe recordar que en 1997, un año antes de que se abriera el plazo de ratificación del Protocolo de Kyoto, el Senado norteamericano aprobó con el 95% de votos a favor una resolución en contra de cualquier acuerdo internacional sobre cambio climático que no incluyera entre otros a India y China. Ante esta circunstancia, el entonces presidente Bill Clinton ni siquiera se molestó en enviar a la Cámara Alta el texto del tratado, firmado con reservas y de forma simbólica por Al Gore a sabiendas de que era papel mojado. Por tanto no es cierto que sea George W. Bush quien haya bloqueado la ratificación de acuerdo de Kyoto, cuyas posibilidades de aprobación en el Congreso de los EE.UU., sea cual sea la opinión del presidente, son ahora tan remotas como hace 10 años. En los últimos tiempos, China se ha convertido en el segundo mayor consumidor mundial de energía, y es en la actualidad el mayor emisor de dióxido de carbono. Lejos de estar infundadas, las reservas del Senado americano resultaron ser realistas y proféticas. Esta actitud contrasta con el comportamiento de algunos países europeos, cuya retórica entusiasta en pro de Kyoto y de la imposición de medidas aún más duras desentona con el nulo cumplimiento de sus condiciones. Una nueva muestra del fariseísmo continental frente a la sensatez y el sentido común demostrados en esta cuestión por los EE.UU.

Mentiras, medias verdades e hipocresías aparte, la suma de Washington al compromiso de Bali obedece a tres factores: la inclusión de China e India en el acuerdo, la eliminación de la exigencia de la rebaja de las emisiones entre un 25 y un 40% para los países industrializados y el cuestionamiento de hecho de las conclusiones más catastrofistas de los trabajos del IPCC. Así, la Hoja de Ruta de Bali reconoce la existencia de diversas posibilidades en cuanto al cambio climático  y abre un periodo de negociaciones para la firma de un nuevo tratado que sustituya al de Kyoto. En definitiva, un texto más práctico y flexible y mucho menos imperativo que el rechazado por los EE.UU. y que, lejos de lo que proclaman entre otros José Luis Rodríguez Zapatero, no cierra el debate sobre el cambio climático, sino que incluso lo reabre.

A la vista de los resultados de la cumbre, resulta difícil entender las albricias de la ministra Narbona, y más aún la insistencia del presidente del Gobierno en hacer de la doctrina del IPCC el eje de su programa electoral para marzo. Como en tantas otras cuestiones, la negociación, el compromiso y la deliberación democrática han sido sustituidos en el campo socialista por el maximalismo, el autoritarismo y la invectiva contra todo aquel que se opone a sus designios, nuevamente desmentidos por la realidad y el tan cacareado "consenso internacional". ¿Rectificará Zapatero? Demasiado tarde para concederle el beneficio de la duda.

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