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Carlos Rodríguez Braun

La maldad, la oferta y la demanda

Si doña Esperanza no confía en ese punto de equilibrio, podría aclararnos en qué casos prefiere que la oferta supere a la demanda, y por tanto que bajen los precios, y en qué casos prefiere la situación inversa, y por tanto que los precios tiendan a subir

La actriz Esperanza Pedreño dice en El País que estudió económicas en Albacete, su ciudad natal: "lo dejé porque me enseñaban a ser mala, el punto de encuentro entre la oferta y la demanda no es nunca el sitio ideal para un economista". No estoy seguro de que esto sea una tontería, porque no estoy seguro de que se entienda lo que doña Esperanza quiso decir, pero estas fechas tan entrañables son propicias para el desvarío de todos, incluido, faltaba más, quien esto escribe.

Es posible que lo de la maldad se explique porque la señora Pedreño sólo recibió una cruda visión asignativa de la economía, típica del neoclasicismo más burdo, con lo cual el reproche debe ser dirigido hacia sus profesores, que no fueron capaces de enseñarle que la economía, como decía Röpke, trasciende la oferta y la demanda. Una economía sin valores, sin principios, sin instituciones, sin propiedad privada, sin mercados reales, sin libertad, sin creación de riqueza es muy poca cosa, en efecto.

Lo de la oferta y la demanda es misterioso porque parece chocar con lo anterior. Un economista ortodoxo neoclásico sí pondrá mucho énfasis en el equilibrio y, por tanto, en el encuentro de oferta y demanda. Si doña Esperanza no confía en ese punto de equilibrio, podría aclararnos en qué casos prefiere que la oferta supere a la demanda, y por tanto que bajen los precios, y en qué casos prefiere la situación inversa, y por tanto que los precios tiendan a subir. Lejos de mí el pensar que no hay razones para ambas circunstancias.

A la espera de nuevos recelos económicos de doña Esperanza, le deseo a ella y a todos un feliz año nuevo.

En Libre Mercado

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